lunes, 6 de febrero de 2006

Sumisa

Aquí está él hablando sobre la relación, sobre el futuro, sobre lo que quiere él. Yo le escucho atenta, sumisa a sus deseos, que en realidad son órdenes disfrazadas de corderos. Se le ve contento, ilusionado. Su felicidad es contagiosa... Hace unos minutos sería la mujer más feliz del mundo oyéndole. Hasta hace unos minutos, era arcilla en sus manos, ansiosa de que me moldeara a su imagen y semejanza. Me dio igual que pisoteara mi dignidad, yo la puse en el suelo para que lo hiciera. Dejé mi orgullo en un rincón de la casa, castigado porque hacía mal en nuestra convivencia. Y todo esto me parecía bien, hasta hace unos minutos. El amor lo puede todo. Eso pensaba. Ahora prefiero huir y poder seguir amando que seguir aquí, luchando mano a mano con este amor. Prefiero correr antes que terminar exhausta y destrozada por este pseudoamor.
Autor desconocido

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