jueves, 28 de septiembre de 2006

Aliento

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellascayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieronalrededor del hoyo. Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijerona las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían darpor muertas.Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas ysiguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demásdecían y se rindió. Ella se desplomó y murió. La otra rana continuosaltando tan fuerte como le era posible. Una vez mas, la multitud deranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y quesimplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso seguirluchando. Pero la rana salto cada vez con mas fuerzas hasta quefinalmente logró salir del hoyo. Cuando salió, las otras ranas ledijeron: "nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que tegritábamos".La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás laestaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.
Autor desconocido
Recibido a través de Mayte

miércoles, 27 de septiembre de 2006

Mujeres

— Nosotras conocemos el rostro femenino de Dios —dijo la muchacha—. Nosotras, las mujeres, que entendemos y amamos a la Gran Madre. Pagamos nuestra sabiduría con las persecuciones y las hogueras, pero sobrevivimos. Y ahora entendemos sus misterios. ...— Mientras los hombres salían a cazar, nosotras nos quedábamos en las cavernas, en el vientre de Madre, cuidando a nuestros hijos —prosiguió ella—. Y fue allí donde la Gran Madre nos lo enseñó todo. El hombre vivía en movimiento, mientras nosotras estábamos en el vientre de la Madre. Eso nos hizo percibir que las semillas se transformaban en plantas, y avisamos a nuestros hombres. Hicimos el primer pan, y los alimentamos. Moldeamos el primer vaso para que bebiesen. Y entendimos el ciclo de la creación, porque nuestro cuerpo repetía el ritmo de la luna...

Paulo Coelho

martes, 26 de septiembre de 2006

Una buena raíz

Cerca de un arroyo de aguas frescas, había un pequeño bosque. Los árboles eran muy variados, con muchas flores y perfumes, y que de tanto esfuerzo que hacían por ser bellos, quedaban muy débiles y tenían poca fuerza para echar raíces. En cambio un laurel dijo: -Yo, mejor, voy a invertir mi savia en tener una buena raíz: así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten. Los otros árboles estaban muy orgullosos de ser bellos; ¡en ningún lado había tantos colores y perfumes! y no dejaban de admirarse y de hablar de los encantos de unos y otros, y así, pasaban todo el tiempo, mirándose y riéndose de los demás. El laurel sufría a cada instante esas burlas. Los otros se reían de él, señoreando sus flores y perfumes y meneando el abundante follaje le decían. -Laurel...., ¿para qué quieres tanta raíz? Míranos, a nosotros, todos nos alaban aunque tengamos poca raíz tenemos mucha belleza. Deja de pensar en ser útil a los demás. !Preocúpate de ti!". Pero el laurel estaba convencido de lo contrario; necesitaba una fuerte raíz para dar abundantes hojas. Un buen día, vino una gran tormenta, y sacudió, sopló sobre el bosque. Los árboles más grandes, que tenían un ramaje inmenso se vieron tan fuertemente golpeados, que por más que gritaban no pudieron evitar que el viento los volteara. En cambio el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si perdió unas cuantas hojas. Entonces todos comprendieron que los que nos mantiene firmes en los momentos difíciles no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, dentro de tu corazón... allí... en tu alma.

Giovana Ruiz

lunes, 25 de septiembre de 2006

El hombre de hielo y el pájaro de fuego

Érase un hombre de hielo. Habitaba un desierto adonde había llegado huyendo de la muerte. Los amaneceres y los crepúsculos se alternaban allí con la claridad lunar de interminables noches. ¿Cuántos años se sucedieron?
El hombre desandaba un paisaje detenido, cautivo de sus días. Y él, que había huido de los grandes pájaros de fuego, quiso poseer uno que reuniera en su plumaje los colores de la vida.
Lo buscó en el desierto circundante, pero solo halló aves rapaces de corvos picos y horripilantes graznidos, que le recordaron los campos de batalla; y el hombre lloró sobre las ásperas piedras...
Cierta vez lo vio crecer sobre el único árbol del paraje, y lo creyó irreal; pero al rozar con sus dedos el sedoso plumaje, supo que ya no estaba solo.
Entonces, el pájaro se posó en su hombro, le cantó al oído; y él supo que la guerra continuaba; pequeños países eran invadidos, pueblos enteros aniquilados, y supo que ese pájaro de luz tenia una misión: pedirle a cada habitante que sume su voz, a un solo desesperado grito universal...¡Baaaasta!
Una tarde calurosa y amarilla, en que el viento formaba con las arenas remolinos blancos, el pájaro se quedó muy quieto sobre el árbol deshojado; había escuchado el clamor de todas las almas angustiadas y se le fue enrojeciendo el plumaje. Abrió las alas, remontó vuelo, y se alejó.
Unos hombres que lo vieron, lo derribaron. El cuerpecito se abatió en la desértica inmensidad.
El hombre lo buscó y al no encontrarlo recorrió el desierto. Lo halló al caer la tarde y lo recogió: un cuerpito chamuscado, en su enorme mano.
Entonces el hombre, cuyo corazón ya no era de hielo, pudo escuchar el mismo grito que oyera el pájaro: ¡Basta..., baasta..., baaaaasta...!
Esther Feldman

domingo, 24 de septiembre de 2006

La pestaña del lobo

-No salgas al bosque, no salgas -dijeron ellos.
-¿Porqué no? ¿Porqué no tengo que salir al bosque esta noche? -preguntó ella.
-En el bosque habita un enorme lobo que se come a las personas como tú.
-No salgas al bosque, no salgas, por lo que más quieras...
Pero, naturalmente, ella salió al bosque y, como era de esperar, se encontró con el Lobo, tal como ellos le habían advertido.
-Lo ves? Ya te lo decíamos -graznaron.
-Eso es mi vida, no un cuento de hadas, zopencos -replicó ella. -Tengo que ir al bosque y encontrarme con el lobo; de lo contrario, mi vida jamás podrá empezar.
Pero el lobo que ella encontró, había caído en una trampa, se le había quedado la pata prendida de un cepo.
-¡Socorro, auxilio! ¡Ay, ay, ay! -gritaba el lobo-. ¡Socorro, ayúdame y te daré la justa recompensa! -añadió. (Porque eso es lo que hacen los lobos en los cuentos de esta clase).
-¿Y cómo sé yo que no me vas a hacer daño? -le preguntó ella, pues su misión era hacer preguntas-. ¿Cómo sé yo que no me matarás y me dejarás reducida a puros huesos?
-Mala pregunta -dijo el lobo-. Tendrás que confiar en mi palabra.
Y el lobo reanudó sus aullidos y lamentos.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
-Sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella, ¿Dóooonde está el almaaaaa?
-Oh, lobo, voy a correr el riesgo. ¡Vamos allá!
Abrió la trampa, el lobo sacó la pata y ella se la envolvió con hierbas medicinales y plantas.
-Oh, gracias, dulce doncella, mil gracias -dijo el lobo, lanzando un suspiro.
Pero, como había leído demasiados cuentos que no debía, ella exclamó:
-Bueno, ahora ya puedes matarme, anda, terminemos de una vez.
Pero no fue eso lo que ocurrió. En su lugar, el lobo alargó la pata y se la apoyó en el brazo.
-Soy un lobo de otro tiempo y lugar -dijo. Y, arrancándose una pestaña del ojo, se la entregó diciendo: -Úsala y procura ser sabia. De ahora en adelante sabrás quién es bueno y quién no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con claridad.
-Por dejarme vivir, te ofrezco vivir como jamás en tu vida has vivido.
Recuerda que sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella,
¿Dóoooonde está el almaaaaa?
Y así la doncella regresó a la aldea, alegrándose de estar viva. Y esta vez cuando ellos le dijeron, "Quédate aquí y cásate conmigo", o "Haz lo que te digo", o "Di lo que yo quiero que digas, pero que todo quede tan en secreto como el día en que viniste", la doncella tomó la pestaña del lobo, miró a través de ella y vio sus motivos tal como jamás lo había visto.
Y la vez en que el carnicero pesó la carne, ella miró a través de la pestaña del lobo y vio que pesaba también su pulgar.
Y miró al pretendiente que le decía "Soy el que te conviene", y vio que no le convenía para nada.
Y de esta manera y muchas más se salvó no de todas pero sí de muchas desgracias.
Pero además, con esta nueva visión, no sólo vio al astuto y al cruel sino que el corazón se le hizo inmensamente grande, pues miraba a las personas y las volvía a calibrar gracias al don que le había otorgado el lobo al que ella había salvado.
Y vio a los que eran verdaderamente buenos y se acercó a ellos; encontró a su compañero y permaneció a su lado todos los días de su vida; percibió a los valerosos y se acercó a ellos; captó a los fieles y se unió a ellos; vio perplejidad por debajo de la cólera y se apresuró a disiparla; vio amor en los ojos de los tímidos y se inclinó hacia ellos; vio sufrimiento en los callados y cortejó su risa; vio necesidad en el hombre sin palabras y le habló; vio fe en lo más hondo de la mujer que afirmaba no tenerla y se la volvió a encender con la suya.
Vio todas las cosas con la pestaña del lobo, todas las cosas verdaderas y todas las cosas falsas; todas las cosas que iban contra la vida y todas las cosas que iban a favor de la vida; todas las cosas que sólo podían verse a través de los ojos de aquel que pesa el corazón con el corazón, y no sólo con la mente.
Así descubrió que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas. Si prestas atención, el lobo cuando aúlla hace siempre la pregunta más importante, no dónde está el alimento más próximo, la pelea más próxima o la danza más próxima, sino la pregunta más importante para ver dentro y detrás; para sopesar el valor de todo lo que vive...
¿Dóoooonde estáaaa el almaaaaa?
¿Dónde está el alma?
¿Dónde está?
Clarissa Pinkola

sábado, 23 de septiembre de 2006

Miradas

Se cuenta que había una estatua de un rey con un dedo señalador que llevaba la inscripción: "Para obtener un tesoro golpea en este sitio".
Su origen era desconocido, pero generaciones de personas de aquella ciudad habían golpeado, con todo tipo de instrumentos, en el lugar señalado. Esos golpes, sin embargo, dejaron pocas huellas en la dura piedra aunque sí fueron mellando la confianza de la población en sus posibilidades de obtener la riqueza prometida por la inscripción. Algunos empezaron a considerar la estatua como una broma de mal gusto, pensada por algún antepasado que quería demostrar algo que nadie lograba entender. Para otros la frustración era tan grande que pidieron al alcalde de la ciudad que enterrase el monumento para no tener que verse enfrentados cada día a su propia impotencia.
Un día, un artista de un pueblo vecino, un hombre que disfrutaba contemplando la belleza de las formas de todo lo creado, llegó a la ciudad y se quedó conmovido por la belleza de la estatua. Estuvo observando desde todas las perspectivas posibles, el estilo, las formas, los materiales, el color, y hasta el sonido que producía el viento al rozar aquella obra de arte. Y gracias a la amplitud y profundidad de su amorosa mirada le fue posible observar que exactamente al mediodía la sombra del dedo señalador, ignorada por siglos, trazaba una línea en el pavimento al pie de la estatua.
Marcó el sitio, obtuvo los instrumentos necesarios, y con una barra hizo saltar la loza. Esta resultó ser una compuerta en el techo de una caverna subterránea. En ella había extraños objetos, de una hechura tal que le permitieron deducir la ciencia de su manufactura, hacía mucho tiempo perdida, y en consecuencia pudo acceder al tesoro que la inscripción prometía.
Relato anónimo sufi

miércoles, 20 de septiembre de 2006

El árbol de la mentira

..La Verdad y la Mentira se pusieron a vivir juntas una vez
y, pasado cierto tiempo, la Mentira, que es muy inquieta,
le propuso a la Verdad que plantaran un árbol, para que
les diese fruta y poder disfrutar de su sombra en los días
más calurosos. La Verdad, que no tiene doblez y se
conforma con poco, aceptó la propuesta.

..Cuando el árbol estuvo plantado y empezó a crecer frondoso,
la Mentira propuso a la Verdad que se lo repartieran entre
las dos, cosa que agradó a la Verdad. La Mentira, dándole a
entender con razonamientos muy bellos y bien construidos que
la raíz mantiene al árbol, le da vida y, por ello, es la
mejor parte y la de mayor provecho, aconsejó a la Verdad que
se quedara con las raíces, que viven bajo tierra, En tanto,
ella se contentaría con las ramitas que aún habían de salir
y vivir por encima de la tierra, lo que sería un gran
peligro, pues estarían a merced de los hombres, que podrían
cortarlas o pisarlas, cosa que también podrían hacer los
animales y las aves. Además, le dijo que los grandes calores
podrían secarlas, y quemarlas los grandes fríos; por el
contrario, las raíces no estarían expuestas a estos peligros.

..Al oír la Verdad todas estas razones, como es bastante
crédula, muy confiada y no tiene malicia alguna, se dejó
convencer por su compañera la Mentira; creyò que era verdad
lo que le decía.

.. La Verdad se metió bajo tierra para vivir, pues allí estaban
las raíces, que ella había elegido, y la Mentira permaneció
encima de la tierra, con los hombres y los demás seres vivos.
Y como la Mentira es muy lisonjera, en poco tiempo se ganó la
admiración de la gente, porque su árbol comenzó a crecer y a
echar grandes ramas y hojas que daban fresca sombra; también
nacieron en el árbol flores muy hermosas, de muchos colores.

Al ver un árbol tan hermoso, muchas personas empezaron a
reunirse junto a él muy contentas; gozaban de su sombra y de
sus flores; la mayoría de la gente permanecía allí, e
incluso quienes vivían lejos se recomendaban el árbol de la
Mentira por su alegría, sosiego y sombra fresca.

Así, la Mentira se sentía muy honrada y era muy considerada
por quienes buscaban siempre su compañía: al que menos se
acercaba a ella y menos sabía de sus artes, todos lo
despreciaban, e incluso él mismo se descalificaba.

Mientras esto le ocurría a la Mentira, que se sentía muy
feliz, la triste y despreciada Verdad estaba escondida bajo
la tierra, sin que nadie supiera de ella ni quisiera ir a
buscarla. Viendo la Verdad que no tenía con qué alimentarse,
sino con las raíces de aquel árbol que la Mentira le aconsejó
tomar como suyas, y a falta de otro alimento, se puso a roer
y a cortar para su sustento las raíces del árbol de la
Mentira. Aunque el árbol tenía ramas gruesas, hojas muy
anchas que daban mucha sombra y flores de colores muy alegres,
antes de que llegase a dar su fruto fueron cortadas todas sus
raíces, pues tuvo que comérselas la Verdad.

Cuando las raíces desaparecieron, la Mentira estaba a la
sombra de su árbol con todas las personas que aprendían sus
artimañas, se levantó viento y movió el árbol que, como no
tenía raíces, muy facilmente cayó derribado sobre la Mentira,
a la que hirió y quebró muchos huesos, así como a sus
acompañantes, quienes resultaron malheridos.

Entonces, por el vacío que había dejado el tronco, salió la
Verdad, que estaba escondida, y cuando llegó a la superficie
vio que la Mentira y todos los que la acompañaban estaban muy
maltrechos. Habían recibido gran daño por haber seguido el
camino de la Mentira.

La Mentira tiene ramas muy grandes y sus flores, que son sus
palabras, pensamientos o halagos, son muy agradables y gustan
mucho, pero son efímeros y nunca llegan a dar buenos frutos.
A quienes usen de los halagos y engaños de la mentira,
evitalos cuanto puedas, porque cuando se encuentren más
confiados, les sucederá como al árbol de la Mentira y a
quienes se cobijaron bajo él.
Autor desconocido

lunes, 18 de septiembre de 2006

El gusano y la flor

..Había una vez un gusano que se había enamorado de una flor.Era por supuesto, un amor imposible, pero el animalito no quería seducirla ni hacerla su pareja. Ni siquiera quería hablarle de amor. Él solamente soñaba con llegar hasta ella y darle un beso. Un solo beso...Cada día y cada tarde el gusano miraba a su amada cada vez más alta, cada vez más lejos. ..Cada noche soñaba que finalmente llegaba a ella y la besaba.Un día el gusanito decidió que no podía seguir soñando cada noche con la flor y no hacer nada para cumplir su sueño. Así que valientemente avisó a sus amigos, los escarabajos, las hormigas y las lombrices que treparía por el tallo para besar a la flor.Todos coincidieron en que estaba loco y la mayoría intentó disuadirlo, pero no hizo caso, el gusano llegó arrastrándose hasta la base del tallo y comenzó la escalada. Trepó toda la mañana y toda la tarde, pero cuando el sol se ocultó sus músculos estaban exhaustos. " Pasaré la noche agarrado del tallo (pensó), y mañana seguiré subiendo". " Estoy más cerca que ayer", pensó aunque sólo había avanzado diez centímetros y la flor estaba a más de un metro y medio de altura. Sin embargo, lo peor fue que mientras el gusano dormía su cuerpo viscoso y húmedo resbaló por el tallo y a la mañana el gusano amaneció donde había comenzado un día antes. Miró hacia arriba y pensó que debía redoblar los esfuerzos durante el día y aferrarse mejor durante la noche. De nada sirvieron las buenas intenciones. Cada día el gusano trepaba y cada noche resbalaba otra vez hasta el piso. Sin embargo, cada noche mientras descendía sin saberlo, seguía soñando con un beso deseado. Sus amigos le pidieron que renunciara a su sueño o que soñara otra cosa, pero el gusano sostuvo con razón que no podía cambiar lo que soñaba cuando dormía y que si renunciaba a sus sueños dejaría de ser quien era...Todo siguió igual durante días, hasta que una noche....una noche.... el gusano soñó tan intensamente con su flor, que los sueños se transformaron en alas y a la mañana el gusano despertó mariposa, desplegó las alas, voló a la flor... y la besó.

Autor desconocido

domingo, 17 de septiembre de 2006

Sepa usted Señor mandador de mensajes

No necesito ya despertador, duermo apurada, para despertarme pasadas las 8 y encontrarme con el. Nunca falla, es cronométrico. Incluso algunos sábados y domingos me visita, entra aquí a mi cuarto y me dice cosas. Sus mensajes son amorosos, a veces algo tristes, pero no me importa, los saboreo palabra por palabra, con sus silencios, sus altos y bajos, su cadencia y su ritmo. Trato de leer entre líneas, de buscar la raíz la esencia, el fondo, pero no los encuentro porque es cambiante, analizador...Enfoca su visión de la realidad desde tantos ángulos que desconcierta, abre tanto sus sentimientos que logra el efecto contrario, la hermeticidad.... Entre el y yo se ha creado una relación asimétrica, el me da todo, yo lo recibo y no me cuesta nada. Me estoy tornando dependiente de sus mensajes. Pero le digo que esto no va a seguir así para siempre... le doy un año para que aclaremos esta situación, no quisiera que me tome por una regalada.
Pampita Pyacuza

La mariposa que no podía volar

Aquella mariposa era como todas las mariposas. Tenía un cuerpo largo y esbelto. Sus antenitas se movían de un lado hacia otro nerviosamente. Sus alas poseían hermosos colores: verde, azul, amarillo, naranja y rojo. Tenían un polvito dorado que las hacía brillar intensamente cuando las tocaba un rayo de sol.
A simple vista, nada la diferenciaba de las demás y sin embargo, era diferente: No podía volar...
Cuando salieron del capullo, luego de un arduo esfuerzo, las mariposas empezaron a revolotear de un lado a otro, embriagadas por ese aire tibio que las rodeaba, ebrias de felicidad.
Ella no, se quedó en tierra, con las alas bajas, mirándolas. Todo su ser pedía elevarse e ir con sus hermanas. Pero no podía... Un peso enorme la ataba al suelo y le impedía remontarse.
Un dolor sordo le cerraba el pecho y casi no podía respirar. Quería volar pero sabía que no le era posible. Sus alas pendían a sus costados como adornos bonitos, mas inútiles.
Lágrimas de frustración se deslizaban por sus mejillas, caían sobre sus alas y las hacían brillar más aún.
Una mariposa se acercó, dichosa de vivir y le dijo entusiasmada:
- Ven con nosotras. ¡Esto es bellísimo!
- No quiero. Prefiero mirar. Así me divierto...
La mariposa la miró con curiosidad pero sus otras compañeras la llamaron y voló
graciosamente, hacia ellas.
¡Qué largo es el tiempo cuando hay sufrimiento! Le parecía que los minutos eran horas y que estaba detenida en el tiempo.
No se dio cuenta que un sapo verde y feo se iba acercando con la evidente intención de cenar. Cuando lo vio ya lo tenía al lado, pegado a ella. Se sentía tan sola que agradeció la compañía y sin darse cuenta, sonrió.
El sapo que ya tenía la lengua extendida, se quedó tan sorprendido que cerró la boca, guardando su larga lengua.
Ella lo miró y no vio su enorme cuerpo cubierto de manchas y verrugas, sólo vio a un ser que rompía su soledad.
- Señor – le dijo – con voz temblorosa - ¿Usted también está solo?
El sapo la miró sin comprender. Vio las lágrimas que pendían de sus alas y notó su tristeza.
- Paseaba por ahí y te vi – dijo con voz insegura. Se aclaró la garganta.
- Mis hermanas andan por ahí, volando por primera vez.
- ¿Y por qué no estás con ellas?
- Yo no puedo volar. Quiero... pero no puedo... No soy capaz.
- ¿Por qué?
- No lo sé...
- Tienes miedo. El miedo te paraliza. No crees en tus propias fuerzas y si no lo intentas nunca sabrás si sos capaz.
- ¿Y si no puedo?
- Si no puedes, no puedes. – Contestó el sapo con malhumor. – Pero a mí me gustaría saberlo.
- Espere.
La mariposa se puso de pie, extendió las alas, las agitó y su cuerpo se elevó a lo alto.
¡Qué placer! ¡Podía volar! El cielo se extendía y era suyo. La alegría la embargaba. Era feliz. Lo saludó con una graciosa reverencia y le gritó:
- ¡Gracias!
El sapo la miró hasta que desapareció y luego siguió su camino. Sentía algo extraño en el pecho. Un calorcito desconocido pero también le dolía el estómago de hambre.
- Espero que si encuentro algo para comer, no me hable.
No encontró nada, ni un insecto... con hambre y resignación se durmió.
Esa noche soñó con hadas y mariposas, con bosques maravillosos... y fue feliz...
¿La mariposa? La mariposa se llevó algunos árboles por delante y se dio varios golpes pero no importa. Son los golpes de la vida vivida...

Marta Fruto

sábado, 16 de septiembre de 2006

Como cada día

Cada mañana al despertar, aún sin abrir los ojos, se le desperezaba el alma.
Al estirar las piernas y los brazos, recordaba que la cama que un día fué estrecha para dos, ahora era tan amplia como su soledad. Cada día el mismo pensamiento hasta que lo detenía. Con un enérgico gesto retiraba el edredón que la abrazaba en la noche. Entonces disciplinaba sus ideas. Guapa, cada día un poco más. El tiempo justo, apenas tiempo de un zumo. La ducha caliente, entregada. Un retoque de carmín, el pelo alborotado a pesar de ser tan corto, un buen tacón para andar despacio, como si no tuviera prisa. Y al garaje, apretando el acelerador para encontrar un buen sitio y llegar, ¿antes, al mismo tiempo, después?, ¡qué importaba!, el corazón se le salía por la boca, sus mejillas se encendían, sus ojos...brillaban. No obstante no corría, iba lenta, para deleitarse en la llegada. Finalmente las puertas automáticas del bar se abrían cuando la detectaban, y entonces levantaba la vista, mirada al frente, ¿estaba, vendría?.
En las ocasiones en que la esperaba, ella creía descubrir un brillo ansioso en sus oscuros y aceitunados ojos. Cuando era el vacio a quién encontraba, se obligaba a no mirar tanto la puerta. ¿La buscaba al entrar en esas ocasiones?, sí, sin duda alguna. Tenía que ser así, ¿por qué otra razón iba si no a galopar su pecho?.
¡buenos días!¡buenos días!, ¡Ramón, dos cortados!, ´¿qué tal hoy?, bien, mejor. Solía engañarlo, pues sus días salvo ese intervalo de quince minutos con él, eran sombríos y apagados, nostálgicos de aceituna, pero nunca le traería tristeza con el café. El debía pensar en ella siempre con luz en la cara. -yo pago, no yo, por favor, siempre igual.Caminaban unos cien metros, doblaban la esquina, él compraba su periódico y la despedía, -!qué pases un buen día!, ¡vale! y tú igual!. Luego se iba, su espalda solo la imaginaba, no podía verlo marchar.
Pensar en que cada noche, él dormía en una cama para dos, le dolía tanto!. Encendía un cigarrillo, aspiraba el humo hasta el fondo de sus pulmones, para calmar el galope innecesario, y tras envenenar su cuerpo pensaba en las horas que quedaban para volver a desperezar su alma, como cada día.

María Mar

Fragmentos felices

Se citaron en el centro, en una zona exclusiva de coquetos restaurantes.
Caminaron una cuadras, tomados del brazo, alegres, intercambiándose miradas y gestos de cariño.
Se detuvieron bajo la marquesina de un restaurante chino, mirando hacia adentro para ver el ambiente. Lo que les atrajo la atención no fué precisamente el interior, sino un grupo de unas quince ladybugs (bichitos de color, que creo se llaman mariquitas en español) que brillaban sobre el muro rojo de la entrada. Al principio les parecieron artificiales, parte de ese decorado tan sofisticado.... Pero no. Bastó con que soplasen sobre ellos para que se movieran alborotados. Eran reales.
De pronto una mariquita saltó en un pequeño vuelo, y fue a dar sobre la blusa de seda azul de ella, posándose suavemente a la altura de su pecho.
Brillaba el sol, y ella, lejos de asustarse, la dejó estar, pensando que era un augurio de buena suerte, a pesar de la fobia que les tenía a los insectos.
Fué un raro episodio, tonto, intrascendente quizás, pero sin embargo si alguien le preguntara cual fué el mejor momento en ese día del encuentro, sin ninguna duda ella diría que fué cuando él , su amor , vió la mariquita posada sobre la blusa, y tendiendo su dedo índice, con gran delicadeza, dejó que se posara sobre el. Esperó un poco, observándola con ojos de niño, curiosos, y llenos de admiración, para luego soplarla cuavemente hasta hacerla volar.
¿Que pensaría él en aquel momento?
¿Lo recordaría algún día?
¿Coleccionaría pequeños instantes de alegría, así como lo hacía ella?
Pensó preguntárselo. Pero no. Guardó silencio disfrutándolo.
Simplemente, despés de todo, todos tienen derecho a disfrutar de un jardín donde vuelan las mariquitas.....suavemente.
Germán Berdiales

jueves, 14 de septiembre de 2006

Cristal Fino

Mientras miraba la calle, através de aquel grueso cristal, realmente no veía nada ni a nadie. Andaba perdida por sus pensamientos, con los ojos fijos en su memoria. A veces pensaba que le gustaría tanto volverse a estremecer que casi así lo sentía, pero su piel no lo demostraba, su tez seguía pálida y su corazón ni siquiera se alteraba.
Ya no le galopaba en el pecho. Debe haber pasado mucho tiempo, aún cuando no tenía conciencia de que éste transcurriera. El tiempo era algo ajeno desde...la última vez.
La taza de té humeante que desprendía su aroma, intentándo captar su atención empezaba a enfriarse lentamente, hasta alcanzar su misma temperatura, casi gélida. Así que sus ropas no eran demasiado abrigadas, no sentía demasiado, ni siquiera era consciente de que la temperatura exterior a aquel café que tanto frecuentaba, ese atardecer era bajo cero.
Oyó de lejos como la puerta dejaba paso a alguien, quizás saldrían, no importaba demasiado, el cristal la atraía tanto como si la mantuviera hipnotizada. Pasaba horas allí, una té tras otro, le eran servidos sin pedirlos y empezaba a ser tradición. De cada uno apenas un sorbo. Solo esperaba que su cuerpo volviera a sentir.
El olor fué lo que la advirtió de su presencia. Ese olor le penetró el cerebro y permitió que sus ojos recobraran la visión por un instante. Estuvo a punto de volverse, pero la pereza que anestesiaba su corazón era demasiado antigua.
Aún así el aroma la atraía con fuerza, y giró lentamente la cabeza. Entonces vió que la miraba fijamente y sintió desperezarse su corazón, comenzó un trotecillo lento, armonioso, de alguna forma se estremeció un poco. Y el cristal dejó de atraerla, y esbozó una sonrisa nada forzada, y sin esperarlo, se le acercó tanto que su aliento rozó su propia boca. No hizo nada, bueno, si, se adelantó un poquito, lo justo para que él la alcanzara. Y el galope la agitó de nuevo, como antaño había sucedido. Y solo pudo alzar su mano para aferrarse a aquella nuca cuyo tacto le confesó un triunfo.
Tiempo después, él, entre un lío de sábanas nuevas, le contaba como cada día desde que paseaba aquella calle, el cristal de un bar, y una silueta con los ojos fijos, le atrajo...indefinidamente. Y arriesgó, para ganar.
La piel de ambos tenía la misma suave inclinación, la curva del deseo compartido.

Maria Mar

domingo, 10 de septiembre de 2006

Viajes

Un día, mientras viajaba en mi coche, escuchaba la radio. En el programa hablaban acerca de los viajes. ¡qué a tiempo! pensé. Entonces escuché una historia que me gustó especialmente:"Un explorador contrató en uno de sus viajes a un nativo de la zona, agreste y difícil, para realizar su recorrido. Comenzaron el viaje, y el explorador observó que cada cierto tiempo, no necesariamente por cansancio, el nativo se detenía y esperaba un cierto tiempo. LLegando a impacientarse por la demora que suponían esos tiempos en que se detenían, terminó por preguntar al guía, ¿a que se debe que cada tiempo nos detengamos?¡así no llegaremos nunca!, exclamó!, el guía paciente y sereno le respondió: Nos detenemos para esperar a que el alma nos alcance, si vamos rapidos ésta puede quedarse atrasada.
xmariamar

martes, 5 de septiembre de 2006

Carta de una amiga a su amiga que se fue

He visto a la muerte , la tuve cara a cara en dos ocasiones, la llamé, la convoqué a mi vida porque no quería existir ya más, y sabes que? No viste de negro, no lleva esa guadaña de cortar el trigo, no es sombra sin rostro , no es fría .La muerte es una joven esbelta , de tez color canela , de ojos profundos y tranquilos, su cabello oscuro es tan suave como la seda.Viste una túnica azul pálida, casi blanca... Como esas mañanas cuando las nubes son tan delgadas como un hilo. Tiene una sonrisa hermosa y sus mejillas sonrojadas ...Sus manos son delicadas , como dos alas de alondra .
Cuando venga a visitarte , se sentará suavemente a tu lado y en sus cálidas manos tomará la tuya , la acariciará con delicadeza , como diciendo: "no te preocupes" .Te sonreirá, con esa sonrisa que llenará tu alma de regocijo ...No de partir , sino de empezar ese nuevo capítulo . De cierta manera eres afortunada, porque sabrás cuando llegue y le podrás sonreír , podrás mirar atrás y sentirte orgullosa de todo lo que has sido , podrás apreciar su belleza y su ternura ...y sabrásque la muerte es tan solo un ángel que te guía a donde debes llegar para continuar.La mayoría de las personas no tienen esa oportunidad , les llega la muerte sin avisar , sin mandar recado ,sin permitir sentir la alegría de haber vivido , sin permitir decir adiós o hasta la próxima .
Hoy tuve el privilegio de conversar con un ángel y me dijo que la muerte es un evento alegre y es el nacimiento el que debe entristecernos . Me hizo comprender que no hay nada que temer , al contrario, mucho que buscar en la muerte , que la muerte es tu amiga.
Conversando con el , imaginaba tu espíritu como una mariposa , volando y bailando alrededor de los árboles y de las flores mas bellas, libre, sin restricciones , sin tener estas preocupaciones mundanas , físicas .
Por eso creo que es el nacimiento el tiempo para tristeza, porque tu espíritu libre vuelve a ser esclavo de un cuerpo. Ahora llego a comprender aquellos textos bíblicos que me leía mi abuela cuando niña y que decían que hay más alegría en la muerte que en el nacimiento.
No temas, querida amiga...Regocíjate!. Tu espíritu esta a punto de ser liberado . No estaré triste . Al contrario , cuando llegue la hora sonreiré y sentiré como tu alma que es parte de la mía y de toda la humanidad , queda viviendo de alguna manera en mi eternamente.
Germán Berdiales

lunes, 4 de septiembre de 2006

Las papas souffle

Cuando el rey Alfonso XIII de España y su mujer, la reinaVictoria Eugenia de Battenberg (nieta menor de la reina Victoria y del pcpe.Alberto),Fueron a París, los esperaba un banquete...pero los invitados se retrasaron hora ytMedia y toda la comida se enfrió...el jefe de cocina ordenó recalentar todo, pero,¿las papas fritas...? No había tiempo para hacer otras y ordenó, ¡fríanlas de nuevo¡,Sin saber que había creado las papas soufflé.,..el rey don Alfonso mandó sus felici-Taciones al cocinero por esa exquisita novedad...es decir, un doble cocido, estoEs un biscocho, que significa eso, doble cocido.

domingo, 3 de septiembre de 2006

Papas o patatas

En el siglo XVIII la papa era comida para cerdos yPara presos, salvo la flor que alguna vez estuvo de moda en la solapa de los caba-Lleros y los petimetres... El señor de Parmentier estuvo preso y estaba harto deComer papa a la mañana, tarde y noche e ideo diversas formas de cocinarlas yDarles gusto, así nacieron las famosas papas a la Parmentier.

sábado, 2 de septiembre de 2006

Salsa mahonesa o mayonesa

Durante la invasión napoleónica a España a principios del siglo XIX un general Francés que pasó por el pueblo de Mahón pidió en un mesón algo de comer...elMesonero sólo tenía huevo y aceite y se tiró a batirlos y agregarle el aceite...El general quedó encantado de ese plato y rápidamente se difundíó...la mayonesa.

viernes, 1 de septiembre de 2006

Fideos con salsa de tomate

Los fideos fueron introducidosEn Europa por Marco Polo que los llevó a Europa desde la China, viaje de meses yMeses en aqueloos tiempos...amén del papel, la pólvora, los tipos movibles deImprenta.Pero para agregarle una linda salsa de tomate debieron esperar unos siglos, queColón a fines del siglo XV descubriera América y llevara la novedad de los tomates,Originarios de Sudamérica...amén del maíz, el tabaco, el cacao, la papa... Así se unieronEsgtas dos expediciones descomunales, una al Oriente y otra a Occidente... QuéSencillo, “viaje haceme un platito de fideos con salsa pumarolla.