miércoles, 29 de noviembre de 2006

Las mentiras

Cuentan que un padre de familia fue a un parque de diversiones con

sus dos hijos, uno de 3 años de edad y el otro de 6 años. La

entrada tenía un costo de 5 dólares para los niños menores de 5 años

y de 10 dólares para los niños mayores de 5 años. Cuando se acercó

a la taquilla donde vendían los boletos, el taquillero le preguntó:

- ¿Cuál es la edad de los niños?

El hombre le respondió:

- 3 y 6 años.

El taquillero le replicó:

- ¿Es usted tonto? Me ha podido decir que tienen 3 y 5 años y

pagar sólo la tarifa de 5 dólares. Ahora que me dijo la verdadera

edad de sus hijos, tendré que cobrarle más. ¿Acaso cree que alguien

se hubiera dado cuenta?

El padre le respondió:

- Sí, mis hijos.

Autor desconocido

martes, 28 de noviembre de 2006

Cambiando el mundo

Ciertas noches mi abuelito tenia en los ojos esa melancolía dulce de
las cosas y la vida . Me abrazaba al verme observarlo con curiosidad,
como tratando de adivinar sus pensamientos . Su voz era suave y profunda, calma, y sus ojos engendraban una ternura especial, reservada tan solo para mi.

Ciertas noches mi abuelito me miraba como si regresara de un viaje
largo y a su regreso me hubiera encontrado crecidO, distintO, listO
para comenzar mi propia vida.

Una de esas noches, allí sentadO en su rodilla, mientras me ayudaba a
secar un par de libros que se habían mojado mientras yo corría a casa
huyéndole a la lluvia, me dijo en voz muy baja , como para que le
prestara toda mi atención:

"Las cosas pertenecen a quien las vuelve
mejores".

Y entonces prosiguió a contarme sus historias:

Ese de mi
muñeco Mario, que había perdido su sombrero, y la historia del
elefante azul que venia a tomarse la sopa que yo dejaba en mi plato,
la historia de un niño que se iba de viaje por la vida y descubría
muchos países, países con gentes que hablaban al revés, países con
personas que construían palacios sobre la tierra, países de gentes de
todo el mundo ...

El país mas importante me dijo el abuelo, es sin embargo el país del
corazón. Hay personas que son como los trenes y que van toda su vida
sobre el mismo riel, otras que son como tranvías , que siguen las
lineas eléctricas, y tu mi muchachito que serás tu?

Su mirada jamás fue tan dulce y risueña que cuando le respondí :
-Yo abuelito, yo iré a pie.

Si supiera que lo he cumplido al pie de la letra.

Germán Berdiales



lunes, 27 de noviembre de 2006

Rosas rojas

Rosas rojas eran sus favoritas, su nombre también era Rosa, y cada año su esposo se las enviaba, adornadas con un precioso lazo.

Cada año, su esposo le enviaba rosas, y la nota siempre decía: "Te amo aún más este año, que el año pasado en este día. Mi amor por ti siempre crecerá, con el pasar de los años."

El año que su esposo murió, las rosas también fueron puestas en su puerta. La tarjeta decía: "Quiero decirte que te amo, como todos los años anteriores."

Ella sabia que esta era la ultima vez que aparecerían las rosas.

Pensó que su esposo había ordenado las rosas por adelantado mucho antes de este día, ya que su amado esposo no sabía que iba a fallecer. A él siempre le gustó hacer las cosas con anticipación, bastante antes de la fecha, para que si él estuviera demasiado ocupado, todas las cosas funcionarían bien.

Recortó los tallos, y colocó las rosas en una florero especial, luego puso el mismo junto a un retrato de su esposo sonriendo. Podría haber estado sentada durante horas, en el

sofá favorito de su esposo mientras contemplaba su fotografía, y las rosas allí, al lado...

Un año después, aún era difícil vivir sin su pareja. Se sentía muy sola y prácticamente aislada...

Ese había sido su destino.

Entonces, como el año anterior, a la misma hora, el timbre de la puerta sonó y al abrir encontró que alguien había dejado rosas en la puerta de su casa.

Recogió las rosas, después de mirarlas entro en shock y decidió llamar a la florería. El propietario respondió y ella le preguntó, si podría explicarle por qué alguien tuvo que hacerle esto, causándole tremendo dolor...

"Yo se que su esposo murió, hace mas de un año", dijo el propietario, "Yo sabia que usted iba a llamar, porque él quería saberlo...

Pues bien, resulta que las flores que usted recibió hoy, fueron pagadas por adelantado. Su esposo siempre planeo las cosas, y nada dejó al azar. Hay una orden pendiente que tengo en archivo aquí y que el también pagó por adelantado: Usted las recibirá cada año.

Hay también otra cosa que pienso usted debe saber. Su esposo escribió una pequeña tarjeta especial...

La hizo hace varios años.

Me dijo que, cuando yo supiera que él ya no estuviera con nosotros, entonces esa sería la tarjeta que debería enviarle a usted el próximo año."

Ella le agradeció y colgó el teléfono. Sus lagrimas ahora afluían torrencialmente. Sus dedos le temblaban mientras los acercaba lentamente para tomar la tarjeta...

Y vio que dentro de la tarjeta, efectivamente, estaba una nota escrita por su esposo.

Dentro del absoluto silencio que rodeaba al ambiente, buscó leer ávidamente esto que él había escrito...

"Hola, mi amor. Sé que ha pasado un año desde que tuve que dejarte... Espero que no haya sido tan duro para ti y puedas haberlo superado."

"Sé que debe ser muy difícil, y el dolor es muy real, porque si hubiese sido al contrario, yo sé como me hubiera sentido."

"El amor que compartimos hizo maravillosas las cosas en la vida. Yo te amo más que lo que las palabras puedan expresar. Tú fuiste la esposa perfecta, tú fuiste mi amiga y mi amante, tú llenaste cada necesidad mía."

"Yo sé que sólo ha pasado un año, pero por favor trata de no entristecerte. Quiero que tú seas feliz aún cuando derrames unas lágrimas. Por eso es que las rosas te serán enviadas por muchos años."

"Cuando recibas estas rosas, piensa en toda la felicidad que tuvimos juntos y cómo es que ambos fuimos bendecidos."

"Siempre te he amado y sé que siempre te amaré. Pero, mi amor, tu debes continuar; tú tienes vida todavía."

"Por favor, trata de encontrar felicidad mientras vivas tus días. Se que no es fácil, pero espero que encontrarás algunos caminos."

"Las rosas llegarán cada año y ellas solamente se detendrán el día que no respondas a la puerta, cuando el muchacho se detenga para tocar."

"Volverá cinco veces ese día, por si hubieras tenido que salir. Pero después de su última visita sabrá, sin duda alguna, que tiene que llevar las rosas al lugar adonde le he dado instrucciones y colocarlas donde estamos nosotros, juntos una vez mas..."

Autor desconocido

domingo, 26 de noviembre de 2006

Sueños

Tuve un sueño.

Era el atardecer y te recostabas en ese angosto marco de la ventana

que daba al universo. Las dos lunas de la palma de mis manos cubrían

tus ojos y tu preguntabas : donde?

Con mi aliento de mar te guié a ciegas y partimos, tu y yo, en la

noche, mientras el viento hacia girar en una especie de ciclón las

casas , los ventanales , las aguas muertas , todo lo que existía

inerte tomaba vida...y de repente... de repente soñé que estábamos

en Italia , esa de las playas blancas, esas de la suave sombra de

las montañas, esa Italia que no conozco, pero llevo en mi memoria como un intimo recuerdo. Y allí nos quedamos , por horas sentados en

las ventanas , con las piernas bailando en el vacío, bebiendo agua

fresca en jarrones de tierra cocida y el rojo brillante de los

campos iluminando mi fantasía. Tenías un vestido de algodón a cuadros

rojos y blancos y mi piel bronceada te buscaba.

Era verano y yo tenia 20 años . Creí descubrir la luz en tu mirada ,

pero Florencia no era nada mas que matices y colores , catedrales subyugantes

y un erotismo de corredores sombríos y secretos.

Nos bañamos con la noche en las aguas calidas de Napoli y el Vesubio

no era mas que un monstruo dormido ... En Pompeya lloramos en las

calles porque nos dimos cuenta que en realidad no conocíamos nada de

la vida , porque no podíamos con certeza hablar de las películas de

Fellini , ni podíamos imaginar netamente a Mastroianni.

Me abrazaste , y de repente estábamos en Roma tirando monedas y

deseos por un amor verdadero en la fuente de Trevi.

Sueños...deseos...viajes...en realidad no hay ninguna diferencia.

Yo solo se que estaba en tu compañía, y me sentía bien.

Germán Berdiales

sábado, 25 de noviembre de 2006

¿Qué es el amor?

En una de las salas de un colegio habían varios niños.

Uno de ellos preguntó: Maestra... ¿qué es el amor?

La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta,

que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado.

Como ya estaban en hora de recreo,

pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela

y trajesen lo que más despertase en ellos el sentimiento del amor.

Los chicos salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:

Quiero que cada uno muestre lo que trajo consigo.

El primer alumno respondió: Yo traje esta flor, ¿no es linda?

Cuando llegó su turno, el segundo alumno dijo: Yo traje esta mariposa.

Vea el colorido de sus alas; la voy a colocar en mi colección.

El tercer alumno completó: Yo traje este pichón de pajarito

que se cayó del nido, hermano: ¿no es gracioso?

Y así los chicos, uno a uno,

fueron colocando lo que habían recogido en el patio.

Terminada la exposición, la maestra notó

que una de las niñas no había traído nada

y que había permanecido quieta durante todo el tiempo.

Se sentía avergonzada porque no había traído nada.

La maestra se dirigió a ella y le preguntó:

Muy bien: ¿y tú? ¿no has encontrado nada?

La criatura, tímidamente, respondió: Disculpe, maestra.

Vi la flor y sentí su perfume; pensé en arrancarla,

pero preferí dejarla para que exhalase su aroma por más tiempo.

Vi también la mariposa, suave, colorida,

pero parecía tan feliz que no tuve el coraje de aprisionarla.

Vi también el pichoncito caído entre las hojas,

pero... al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre

y preferí devolverlo al nido.

Por lo tanto, maestra, traigo conmigo el perfume de la flor,

la sensación de libertad de la mariposa

y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito.

¿Cómo puedo mostrar lo que traje?

La maestra agradeció a la alumna y le dio la nota máxima,

considerando que había sido la única que logró percibir

que sólo podemos traer el amor en el corazón.

Autor desconocido

miércoles, 22 de noviembre de 2006

El portal de oro

En una ciudad nacieron dos hombres, el mismo día, a la misma hora en el mismo lugar. Sus vidas se desarrollaron y cada uno vivió muchas experiencias diferentes.

Al final de sus vidas ambos murieron el mismo día, a la misma hora, en el mismo lugar. De acuerdo a la leyenda se dice que al morir tenemos que pasar por un gran portal de oro puro, donde allí un guardián, nos hace ciertas preguntas para permitirnos pasar.

El primer hombre llegó y el guardián le pregunta: Qué fue de tu vida? El responde: "conocí muchos lugares, tuve muchos amigos, hice negocios que produjeron grandes riquezas, mi familia tuvo lo mejor y trabaje duro".

el guardián le pregunta:

Qué traes contigo? El responde: "todo ha quedado allí, no traigo nada", ante esto el guardián responde: Lo siento no puedes pasar debido a que no traes nada contigo".

Al escuchar estas palabras el hombre llorando y con gran pena en su corazón se sienta a un lado a sufrir el dolor de no poder entrar. . . . .

El segundo hombre llegó y el guardián le pregunta:

-Qué fue de tu vida?

El responde:

-desde el momento en que nací, fui un caminante, no tuve riquezas, solo busque el amor en los corazones de todos los hombres, mi familia me abandono y en realidad nunca tuve nada. . . .

El guardián le pregunta: -Encontraste lo que buscabas?

-Si, ha sido mi único alimento desde que lo encontré. . . . .

-Muy bien puedes pasar! . . .

Pero ante esta respuesta el hombre responde:

"El Amor que he encontrado es tan grande que lo quiero compartir con este hombre sentado al lado del portal, sufriendo por su fortuna. . .

Dice la leyenda que su amor era tan grande que fue suficiente para que ambos pasaran por el portal.

Historia sufi

martes, 21 de noviembre de 2006

Historia sufi

Hace mucho tiempo, en una comunidad Mevlevi (tekke), había cierto murid del

Maestro Jelal cuyo deber era recolectar madera del bosque para el fuego de

la cocina.

Cada mañana entraba en el bosque y regresaba con los brazos llenos de madera

que había recogido – largas, cortas, dobladas, retorcidas, espesas,

delgadas. El tiempo pasó, y cada día él llevaba a cabo su tarea asignada con

dedicación y con las Palabras Santas en sus labios.

Un día, el Sheik de la tekke llamó al murid desde la ventana donde había

visto al estudiante derviche haciendo su trabajo. "¡Mehmet!", gritó el

Sheik, "¿Qué estás llevando?" le preguntó. "Estoy trayendo madera para el

fuego de la cocina", contestó.

El Sheik le pidió entonces que se acercara: "Permíteme ver la madera", dijo,

y el murid le mostró el trabajo de esa mañana. "Estas ramas están torcidas y

deformadas", dijo el Sheik, "¡Nosotros sólo precisamos madera recta y fuerte

para el fuego de nuestra cocina. De hoy en adelante cuando recojas la

madera, debes asegurarte que cada pedazo de madera sea recto y no torcido

como estos!".

"¡Eyvallah!" contestó el murid, y siguió adelante con su trabajo. Desde ese

día, sólo trajo madera recta para ser usada en el fuego de la cocina”.

Un día le preguntaron a un Sheikh: “¿Cuál es el significado de “Eyvallah”?"

"Un Eyvallah es un il'Allah", contestó.

Los años pasaron, y el murid creció en el Camino, siempre llevando a cabo

sus deberes en la tekke con buen corazón. Su barba había empezado a ponerse

gris y su paso era más lento. Un día el Sheik lo llamó a su habitación: "Tu

trabajo aquí ha terminado”, le dijo, "debes irte ahora y encontrar tu camino

en el mundo. Quiera Allah guiar tus pasos". "¡Eyvallah!" contestó el murid,

y besando la mano del Sheik se despidió.

Un día, luego de varios años, el murid regresó a la tekke. Llevaba ropas

viejas, su pelo enredado y su espalda algo encorvada. Llegó a la puerta del

jardín del Sheik, y al encontrarlo abierto, entró en el pequeño patio.

Golpeó la puerta, y la esposa del Sheik salió a saludarlo. "¡Allah! ¡Cómo

has cambiado!", exclamó. "¡Apenas te reconozco!". "Ha sido muy difícil",

dijo él, "pero ahora debo ver a mi Sheik”. "Él ha salido hace un rato, pero

no tardará mucho. Ahora casi no ve y camina con dificultad con un bastón”.

El murid pidió permiso para sentarse en el sol y descansar hasta el regreso

del Sheik, luego se recostó y se durmió.

Un rato después, cojeando y tomándose de su bastón, el Sheik entró en su

patio. Su bastón golpeó al murid que dormía y el Sheik preguntó: "¿Quién es,

quién es?". El murid abrió los ojos y se tiró al suelo besando los pies de

su Sheik, clamando con lágrimas y dolor, "¡O mi Sheikh, mi Maestro, soy yo,

tu murid a quien enviaste lejos hace muchos años!".

El Sheik ayudó al murid a ponerse de pie, besó sus mejillas y dijo, "Ah, mi

hijo, ven, siéntate aquí y cuéntame". El murid estalló en lágrimas y le

dijo: "Estos años han sido infelices, estoy quebrado, no hay para mí ningún

lugar en este mundo. Dios se ha llevado mi voz, no pude ganar para vivir, y

ahora soy viejo y no tengo ningún lugar a donde ir. ¡Por favor, le ruego me

permita regresar de nuevo a la tekke para que pueda quedarme aquí y pasar

mis últimos días en paz!"

"Ah, mi hijo, mi hijo", contestó el Sheik. "Ahora tu trabajo ha terminado, y

tu puedes irte. Allah abrirá tu camino".

Y el murid salió de nuevo, pero ahora su voz regresó. Con el tiempo se

convirtió en una de los grandes predicadores de la Santa Palabra de Allah y

vivió en la Luz durante muchos años.

Autor desconocido