domingo, 10 de diciembre de 2006

Los gatos y los ratones

Allá en tiempos remotos, estalló feroz guerra entre gatos y ratones, fatal en la mayor parte de las batallas para los segundos. Mas como quiera que entre los ratones nadie confesaba que las derrotas eran debidas a debilidad o miedo, llegó a prevalecer la opinión de que el no ser conocidos los jefes en lo recio de la pelea contribuía a introducir el desorden en las batallas.

Un ratón viejo aconsejó:

- - Debemos nombrar muchos generales y hacerles uniformes vistosos, con plumas y penachos en la cabeza, de esta suerte las tropas se agruparán alrededor de sus caudillos y todo el ratonil ejército se batirá como un solo hombre.

Arregladas así las cosas, presentóse nueva batalla a los Gatos. Pero éstos que, con la facilidad de siempre, arrollaron rápidamente a sus enemigos, no sólo los derrotaron como hasta entonces, sino que, persiguiendo a los que huían, pudieron comerse a todos los generales, porque el plumero les impidió ocultarse en sus ratoneras.

Esopo

sábado, 9 de diciembre de 2006

Fábula

Un señor va de cacería al África y se lleva a su perrito para no sentirse solo en ese lugar.

Un día ya, en la expedición, el perrito, correteando tras unas mariposas se aleja del grupo, se extravía y comienza a vagar solo por la selva. En eso que ve a lo lejos que viene una pantera enorme a toda carrera. Al ver que la pantera se lo va a devorar, piensa rápido qué hacer. Viendo un montón de huesos de un animal muerto, empieza a mordisquearlos.

Entonces, cuando la pantera está a punto de atacarlo, El perrito dice:

- ¡Ah!, ¡¡ qué rica pantera me acabo de comer!!

La pantera lo alcanza a escuchar y frenando en seco, gira y sale despavorida pensando:

-¡Quién sabe qué animal será ese, no me vaya a comer a mí también!

Un mono que andaba trepado en un árbol cercano y que había visto y oído la escena sale corriendo tras la pantera para contarle cómo la engañó el perrito:

-"Cómo serás de estúpida. Esos huesos ya estaban ahí, además es un simple perro."

El perrito alcanza a darse cuenta de la puntada que le hace el mono. Después

que el mono le contó a la pantera la historia de lo que vio, ésta última muy brava le dice al mono:

-"¡Súbete a mi espalda, vamos donde ese perro a ver quién se come a quién!".

Y salen corriendo a buscar al perrito. El perrito ve a lo lejos que viene nuevamente la pantera, y esta vez con el mono chismoso.

- ¿¿Y ahora qué hago??... piensa, todo asustado el perrito.

Entonces, en vez de salir corriendo, se queda sentado dándoles la

espalda como si no los hubiera visto, y en cuanto la pantera está a punto de atacarlo de nuevo, el perrito dice:

-"¡Este mono hijo de tuta!, hace como media hora que lo mandé a traerme otra pantera y todavía no aparece!"

Autor desconocido

viernes, 8 de diciembre de 2006

Papito... ¿Cuánto me amas?

El día que mi Hija nació, en verdad no sentí gran alegría. Por que la decepción que sentía parecía, ser más grande que el gran contecimiento que representa tener una hija.

¡Yo quería un varón!

A los dos días de haber nacido, fui a buscar a mis dos mujeres,

una lucía pálida y agotada y la otra radiante y dormilona.

En pocos meses me dejé cautivar por la sonrisita de mi Carmencita y por la infinita inocencia de su mirada fija y penetrante, fue entonces cuando empecé a amarla con locura. Su carita, su sonrisita y su mirada no se apartaban ni por un instante de mis pensamientos, todo se lo quería comprar, la miraba en cada niño o niña, hacía planes sobre planes, todo sería para mi Carmencita.

Este relato era contado a menudo por Randolf, el padre de

Carmencita y Yo también sentía gran afecto por la niña que era la razón más grande para vivir de Randolf según decía el mismo.

Una tarde estaba mi familia y la de Randolf, haciendo un picnic a la orilla de un río cerca de casa y la niña entabló una conversación con su papá, todos escuchábamos: Papi,... cuándo cumpla quince años ¿Cuál Será mi regalo?

-Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos, ¿No te parece que falta mucho para esa fecha?

Bueno papito,... tu siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí. La conversación se extendía y todos articipamos de ella. Al caer el sol regresamos a nuestras casas.

Una mañana me encontré con Randolf enfrente del colegio donde estudiaba Carmencita quien ya tenía catorce años.Randolf se veía muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro. Con gran orgullo me mostraba las calificaciones de Carmencita, eran notas impresionantes, ninguna bajaba de diez puntos y los estímulos que les habían escrito sus profesores eran realmente conmovedores, felicite al dichoso papá.

Carmencita ocupaba toda la alegría de la casa, en la mente y en el corazón de la familia, especialmente en el de su papá.

Fue un Domingo muy temprano cuando nos dirigíamos a misa, cuando Carmencita tropezó con algo, eso creíamos todos y dio un traspié, su papá la agarró de inmediato para que no cayera...Ya instalados en la iglesia, vimos como Carmencita fue cayendo lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento.

La tomamos en brazos, mientras su papá buscaba un taxi hacia el hospital.

Allí permaneció por diez días y fue entonces cuando le informaron que su hija padecía una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero no era algo definitivo, qué debía practicarle otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme.

Los días iban pasando, Randolf renunció a su trabajo para dedicarse al cuidado de Carmencita, su madre quería hacerlo pero decidieron que ella trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los de él.

Una mañana Randolf se encontraba al lado de su hija, cuando ella le preguntó:

-¿Voy a morir, no es cierto? ¿Te lo dijeron los doctores?

-- No mi amor...no vas a morir, Dios que es tan grande, no permitiría que pierda lo que más he amado sobre este mundo, respondió el padre.

-¿Van a algún lugar?

¿Pueden ver desde lo alto a su familia?

¿Sabes si pueden volver? preguntaba su Hija.

- Bueno hija,... en verdad nadie ha regresado de allá a contar algo sobre eso, pero si yo muriera, no te dejaría sola, estando en el mas allá buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia utilizaría el viento para venir a verte.

-¿Al viento? ¿Y cómo lo harías?

-No tengo la menor idea hijita, solo sé que si algún día muero, sentirás que estoy contigo, cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas.

Ese mismo día por la tarde, llamaron a Randolf, el asunto era grave, su hija estaba muriendo. Necesitaban un corazón, pues el de ella no resistiría sino unos quince o veinte días más. ¡UN CORAZÓN!

¿Dónde hallar un corazón?

¡Un corazón!

-¿Dónde Dios mío?

Ese mismo mes, Carmencita cumpliría sus quince años. Y fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, una esperanza iluminó los ojos de todos, las cosas iban a cambiar.

El Domingo por la tarde ya Carmencita estaba operada, todo salió como los médicos lo habían planeado. ¡Éxito total! Sin embargo, Randolf todavía no había vuelto por el hospital y Carmencita lo extrañaba muchísimo, su mamá le decía que ya todo estaba muy bien y que su papito sería el que trabajaría para sostener la familia.

Carmencita permaneció en el hospital por quince días más, los médicos no habían querido dejarla ir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte y

así lo hicieron.

Al llegar a casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá con los ojos llenos de lágrimas le entregó una carta de su padre:

"Carmencita, hijita de mi corazón: Al momento de leer mi carta, ya debes

tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la

promesa que me hicieron los médicos que te operaron. No puedes

imaginarte ni remotamente cuanto lamento no estar a tu lado en este instante.

Cuando supe que ibas a morir, decidí dar respuesta a una pregunta que me

hiciste cuando tenias diez añitos y a la cual no spondí. Decidí hacerte el

regalo más hermoso que nadie jamás haría por mi hija... Te regalo mi vida

entera sin condición alguna, para que hagas con ella lo que quieras.

¡¡Vive hija!!

¡¡Te amo con todo mi corazón!! "

Carmencita lloró todo el día y toda la noche; Al día siguiente fue al

cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá; lloró como nadie lo ha

hecho y susurró:

" Papi,... ahora puedo comprender cuanto me amabas yo también

te amaba y aunque nunca te lo dije, ahora comprendo la importancia de decir

"Te Amo" y te pediría perdón por haber guardado silencio tantas veces ".

En ese instante las copas de los árboles se mecieron suavemente, cayeron

algunas hojas y florecillas, y una suave brisa rozó las mejillas de

Carmencita, alzó la mirada al cielo, intentó secar las lagrimas de su

rostro, se levantó y emprendió regreso a su hogar.

Si este mensaje tocó tu corazón, envíalo a tus mejores amigos como señal de

tu amistad, en estos momentos aunque yo estoy llorando, decidí compartir

esto contigo y decirte: Por favor nunca dejes de decir "TE AMO"

No sabes si será esa la ultima vez...

Autor Desconocido

jueves, 7 de diciembre de 2006

El loco

En un pueblo rodeado de cerros habitaba un loco, la gente del pueblo le llamaba así: "EL LOCO", ¿y porqué le llamaban así?, ¿Qué acaso hacía cosas disparatadas, cosas raras, cosas diferentes a lo que hacen la mayoría de las personas, al menos en ese pueblo?.

La gente al verlo pasar se reía y se burlaba de él, humildemente vestido, sin posesiones, sin una casa que se dijera de su propiedad, sin una esposa ni unos hijos; *un desdichado*, pensaba la gente, alguien que no beneficiaba a la sociedad, **un inútil** comentaban otros.

Más he aquí que este viejo ocupaba su vida sembrando árboles en todas partes donde pudiera, sembraba semillas de las cuales nunca vería ni las flores ni el fruto, y nadie le pagaba por ello y nadie se lo agradecía, nadie lo alentaba, por el contrario, era objeto de burla ante los demás.

Y así pasaba su vida, poniendo semillas, plantando arbolitos ante la burla de los demás. Y he aquí que ese ser era un gran Espíritu de Luz, que poniendo la muestra de como se deben hacer las cosas, sembrando, siempre sembrando sin esperar a ver el fruto, sin esperar a saborearlo.

Y sucedió que un día cabalgaba por esos rumbos el Sultán de aquellos lugares, rodeado de su escolta y observaba lo que sucedía verdaderamente en su reino, para no escucharlo a través de la boca de sus ministros.

Al pasar por aquel lugar y al encontrarse al Loco le preguntó: _ ¿Qué haces, buen hombre?

Y el viejo le respondió: _ Sembrando Señor, sembrando.

Nuevamente inquirió el Sultán: _ Pero, ¿cómo es que siembras?. estás viejo y cansado, y seguramente no verás siquiera el árbol cuando crezca. ¿Para qué siembras entonces?

A lo que el viejo contesto: _ Señor, otros sembraron y he comido, es tiempo de que yo siembre para que otros coman.

El Sultán quedo admirado de la sabiduría de aquel hombre al que llamaban LOCO, y nuevamente le preguntó:

_ Pero no verás los frutos, y aun sabiendo eso continuas sembrando... Por ello te regalaré una monedas de oro, por esa gran lección que me has dado.

El Sultán llamo a uno de sus guardias para que trajese una pequeña bolsa con monedas de oro u las entregó al sembrador.

El sembrador respondió : _Ves, Señor, como ya mi semilla ha dado fruto, aún no la acaba de sembrar y ya me está dando frutos, y aun más, si alguna persona se volviera loca como yo y se dedicara solamente a sembrar sin esperar los frutos sería el más maravilloso de todos los frutos que yo hubiera obtenido, porque siempre esperamos algo a cambio de lo que hacemos, porque siempre queremos que se nos devuelva igual que lo que hacemos. Esto, desde luego, sólo cuando consideramos que hacemos bien, y olvidándonos de lo malo que hacemos.

El Sultán le miró asombrado y le dijo : _ ¡Cuánta sabiduría y cuánto amor hay en ti!, ojalá hubiera más como tú en este mundo, con unos cuantos que hubiese, el mundo sería otro; más nuestros ojos tapados con unos velos propios de la humanidad, nos impiden ver la grandeza de seres como tu. Ahora me retiraré porque, si sigo conversando contigo, terminaré por darte todos mis tesoros, aunque sé que los emplearlas bien, tal vez mejor que yo. ¡Qué Alá te Bendiga!.

Y terminado esto, partió el Sultán junto con su séquito, y el Loco siguió sembrando y no se supo de su fin, no se supo si termino muerto y olvidado por ahí en algún cerro, pero él había cumplido su labor, realizó la misión, la misión de un Loco.

Autor desconocido

martes, 5 de diciembre de 2006

Aprende a perdonar

Una mañana Leonardo recibio una llamada de su ex-novia, en la cual le decía? Yo también sentí lo mismo que tu anoche... Te espero dentro de una hora en el parque Junto al pequeño muelle del lago.

Leonardo puso el teléfono en su lugar y su impresión fue un poco aterradora, ya que un día antes había soñado a su ex novia, con la cual había quedado en malos términos y por rencores y orgullos ambos perdieron la comunicación de pareja y amistad. Leonardo tomo una ducha, se arreglo y muy pensativo pensó en decirles a sus amigos que le habían llamado, pero prefirió dejarlo en privacidad; total, era el momento que ambos volvieran a cruzar palabras,el orgullo no debe ser eterno, ni mucho menos un castigo en juicio?.

Leonardo se dirigió al parque, se acerco al pequeño muelle y se sentó, observando y pensando que iba a pasar,

que le diría su ex novia, de que iba hablar? Miraba a la gente pasar y entre esa gente la alcanzo a observar,que se acercaba a el de forma misteriosa?

Pero lo mas extraño es que ella vestía totalmente diferente! No llevaba sus ropas frecuentes, al contrario.. Llevaba un vestido blanco... y unos zapatos impecablemente limpios del mismo color Y su rostro lucia tan hermoso

Era como si destellara rayos de luz El intento decirle hola pero ella le dijo

Caminemos? He sabido que has estado triste y que has tenido muchos problemas, no es así Leonardo? Te he soñado llorando... te he escuchado gritar afuera de mi casa? Y no me acercaba a ti, debido a las circunstancias, yo se que tu no querías saber nada den mi Y no te culpo te lastime demasiado y logre alejarte de mí. No vengo a discutir... No vengo a Pedirte perdón..... Solo he venido a decirte que aunque las cosas no se arreglaron

en su momento debido Creo yo que nunca es tarde, Espere a que tú me llamaras, para poder platicar Pero eso no sucedió. El esperarte... el pensar en ti? Borro mi apetito... Se robo mis días de sol y me fue tumbando poco a poco?. Sin embargo guarde Fe y dije el llamara. Más no lo hiciste?. No te culpo pero si te comprendo Se lo que sentiste anoche se lo que te paso, yo también lo sentía en ese momento, pero con mucho mas dolor Grite tu nombre mil veces y grite mil veces perdón, Que lastima que no me hayas escuchado Que lastima que no me hayas llamado Leonardo. Nunca es tarde para perdonar y si te pedí que vinieras al parque fue para entregarte esto.

Ella le entrego en sus manos una cruz, la cual era símbolo del amor de los dos

Esta cruz es mi cuerpo... esta cruz es quien soy Te amo y quiero que la conserves contigo por el resto de tu vida. El se quedo sin palabras y con los ojos

un tanto llorosos. La gente lo empezaba a mirarlo y lo señalaban... Incluso un Sr. Le pregunto que si se encontraba bien. Y El respondió Si porque Lo veo caminar y lo veo llorar... Le sucede algo?.

No me sucede nada, simplemente estoy conversando con ella El Sr. Se retiro algo extrañado del lugar Leonardo acompaño hasta su casa a su exnovia, le pidió que por favor que la esperara afuera y el accedió De hecho nunca lo hacia esperar en el patio Se quedo 10 minutos esperando y se preocupo al saber que no regresaba De repente escucho voces y vio salir de la puerta de su casa a los amigos de ella, todos con cara triste y ojos llorosos Lo abrazaron y le dijeron. Se nos fue Leonardo... se nos fue.

Leonardo empezó a sentir su cuerpo tembloroso. Y corrió hacia la recamara En ella se encontraba la mama de su ex novia Junto con el cadáver, el cual reflejaba una tristeza inmensa. Leonardo con

llanto y un nudo en la garganta Le pregunto a la Sra. Que sucedió? Dígame que sucedió?

Dice el doctor que murió de tristeza Ella dejo de comer... dejo de reír.

No sabemos si el desamor la alejo de todo... No sabemos si el sentimiento de culpa la hizo infeliz La mama le entrego una carta a Leonardo y decía así: Yo también sentí lo mismo que tu. El aire empieza a faltarme Intento gritarle a mama y no puedo, Luces blancas iluminan mi recamara Y a la vez siento un fuerte dolor de cabeza, Leonardo.

Gracias por haber ido al Lago gracias por estar aquí Aunque en vida no me pudiste perdonar Se que ahora lo harás frente a mi. Leonardo miro el cadáver. Y solo dijo: Perdóname tú a mí.

Autor desconocido

domingo, 3 de diciembre de 2006

Ventana al mundo

Metí la llave en la cerradura, mas no lograba abrir la puerta. La impaciencia me colmaba y entre más trataba de forzar la llave, mas duro se hacía voltearla. Fue entonces cuando decidí entrar por la ventana. Después de todo, me dije, hay mas de una forma de enfrentar los obstáculos. No seré yo quien se de por vencido.

Entré, colándome por una ventanita por la que escasamente pasaban mis hombros. En la sala, sombríos personajes esperaban. Lo primero que hice fué asegurarme que la computadora funcionara.

Funcionaba.

Las ideas me atravesaban el espíritu de una manera aguda , casi cruel. Hacía mucho tiempo que no las sentía violándome de esa manera.

Tomaban prioridad y lo sabían.

Abrí mi agenda y me di cuenta que estaba llena de nombres y fechas y que ninguna de ellas tenia realmente una importancia válida.

Con gran delicadeza y una goma de borrar, empecé a eliminar de la pantalla todos mis compromisos, hasta que la pantalla quedó completamente blanca e intrigantemente hipnotizante.

Fue en ese fragmento de espacio blanco y vacío cuando apareció ella, con su expresión dura y severa pero inexplicablemente seductora.

Su mano salió de la pantalla invitando a la mía y fue así como el acceso me fue dado a su mundo. Entré con los ojos cerrados y mi cuerpo entero temblaba tan solo al concepto de tener que abrirlos.

Sabía muy bien que su mundo era diferente.

"Abrelos" me dijo.

Y frente a mi estaba la cíclope que tantas pesadillas me causó a mis 14 años, cuando Eros era la mujer de mis sueños.

Afuera, por la ventana , se veían campos de eternas primaveras y aun así , con todo lo que me atraían las flores , el sol y el aroma de una nueva vida , era allí adentro en esa sala oscura y con esa mujer deforme y de un solo ojo, donde mis placeres se desbordaban.

Hicimos el amor. Relámpagos y truenos iluminaban la sala y desnudaban el silencio.

Gemán Berdiales

sábado, 2 de diciembre de 2006

Decidir y ser constantes

En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un chiquito tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus compañeros.

Una mañana, llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente más muerto que vivo del edificio. Tenía quemaduras graves en la mitad inferior de su cuerpo y lo llevaron urgente al hospital del condado.

En su cama, el niño horriblemente quemado y semi inconsciente, oía al médico que hablaba con su madre. Le decía que seguramente su hijo moriría que era lo mejor que podía pasar, en realidad -, pues el fuego había destruido la parte inferior de su cuerpo.

Pero el valiente niño no quería morir. Decidió que sobreviviría.

De alguna manera, para gran sorpresa del médico, sobrevivió.

Una vez superado el peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico hablando despacito. Dado que el fuego había dañado en gran manera las extremidades inferiores de su cuerpo, le decía el médico a la madre, habría sido mucho mejor que muriera, ya que estaba condenado a ser inválido toda la vida, sin la posibilidad de usar sus piernas.

Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería un inválido.

Caminaría. Pero desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía capacidad motriz. Sus delgadas piernas colgaban sin vida.

Finalmente, le dieron de alta.

Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni control, nada.

No obstante, su determinación de caminar era más fuerte que nunca.

Cuando no estaba en la cama, estaba confinado una silla de ruedas.

Una mañana soleada, la madre lo llevó al patio para que tomara aire fresco.

Ese día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el césped arrastrando las piernas.

Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran esfuerzo, se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco, decidido a caminar.

Empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al cerco. Nada quería más que darle vida a esas dos piernas.

Por fin, gracias a las oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su persistencia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad, primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y después correr.

Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante, en la universidad, formó parte del equipo de carrera sobre pista.

Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas de sobrevivir, que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr, este joven determinado, Glenn Cunningham, llegó a ser el atleta estadounidense que ¡corrió el kilómetro más veloz el mundo!

Autor desconocido