miércoles, 14 de junio de 2006

El bebé y el vagabundo

Eramos la unica familia con ninos en el restaurante. Sente a Ericken una silla alta y observe que todos comian y platicabansosegadamente.
Subitamente, Erick regocijado, grito con voz aguda: "Hola, comoestas?" mientras golpeaba con sus manos regordetas la mesa desu silla alta. Sus ojos brillaban de emocion y su boca sonreiamostrando sus dientes. Se movia inquieto y reia gozoso.
Busque la causa de su alegria. Con la vista encontre a un hombreandrajoso que vestia un saco raido, sucio, grasoso y gastado.Sus pantalones le quedaban flojos con la cremallera a media astay los dedos de sus pies salian de lo que alguna vez fueronzapatos. Su camisa estaba sucia y su pelo mugriento y sinpeinar. Sus patillas eran demasiado cortas para llamarlas barba ysu nariz tenian tantas venas que parecia un mapa de carreteras.No podiamos olerlo pues estabamos suficientemente lejos de el,pero indudablemente exhalaba muy mal olor. Con sus manossaludaba a Erick agitandolas mientras decia: "!Hola bebe!" !Holamuchacho! Ya te vi, pilluelo".
Mi esposo y yo intercambiamos miradas, preguntandonos "?Quehacemos?" Erick seguia riendo y saludando al viejo. Todos loscomensales en el restaurante se habian percatado de lo queocurria y alternaban su mirada entre nosotros y el hombre. Esevagabundo estaba creando una situacion muy molesta con miprecioso bebe.
Llego la comida a nuestra mesa y el viejo comenzo a gritar de unextremo al otro de la sala: "?Sabes jugar al escondite, o hacertortillitas?
!Miren, sabe de que estoy hablando!" Nadie consideraba graciosoal viejo.
Obviamente estaba borracho. Mi esposo y yo nos sentiamossumamente abochornados.
Comimos en silencio, mas no asi Erick quien exhibia todo surepertorio al vagabundo, quien le respondia con ingeniososcomentarios. Finalmente, terminamos de comer y nos encaminamosa la salida. Mi esposo fue a pagar la cuenta y me dijo que loesperara en el parqueo.
El viejo estaba sentado justamente frente a la puerta. Ore: "Senor,permiteme salir antes que me hable a mi o a Erick". Al acercarmeal viejo le volvi la espalda tratando de pasar desapercibida y evitarel aire que este individuo respiraba. Al hacerlo, Erick subitamentese inclino hacia el viejo, echandole los brazos. Antes que yopudiera evitarlo Erick se habia zafado de mis brazos y caido en losbrazos del viejo. Repentinamente un viejo y hediondo vagabundo yun bebe muy joven consumaron su amistad.
Erick en un acto de total confianza, amor y sumision reposo sucabecita en el andrajoso hombro del viejo, cuyos ojos seentrecerraron y pude ver lagrimas asomando debajo de suspestanas. Sus avejentadas y callosas manos llenas de mugre,dolor y duro trabajo, acunaron a mi bebe con tanta ternuramientras acariciaba su espalda. Jamas dos seres se han amadotanto y tan profundamente por tan breve tiempo. Yo estabasobrecogida. El viejo mecio y acuno a Erick en sus brazos por uninstante. Luego abriendo los ojos, me miro de frente, y dijo convoz firme y con autoridad: "Cuide a este bebe". Con un nudo en lagarganta logre responder: "lo hare".
Lentamente y con dolor arranco a Erick de su pecho. Al recibir devuelta a mi bebe, el hombre dijo: "Dios la bendiga, senora. Ustedme ha dado mi regalo de Navidad". Solo pude murmurar "gracias".Con Erick en mis brazos corri al carro. Mi esposo no sabia porque yo lloraba y apretaba a Erick contra mi pecho mientras decia:"Dios mio, Dios mio, perdoname". Acababa de ser testigo delamor de Cristo manifestandose a traves de la inocencia de unpequeno nino quien no conocia el pecado, quien no juzgaba; unnino que pudo ver un alma, y una madre que todo lo que vio fue laapariencia externa. Yo era una ciega cargando a un ninoclarividente. Senti que Dios me preguntaba: "?Estas dispuesta acompartir a tu hijo por un momento?" El compartio a Su hijo connosotros por toda la eternidad. El viejo indigente, sin quererlo merecordo que "es necesario ser como ninos para entrar al reino delos cielos".
Autor desconocido

martes, 13 de junio de 2006

El bambú

Había una vez, un maravilloso jardín, situado en el centro de un campo. El dueño acostumbraba pasear por él al sol de mediodía.
Un esbelto bambú era el más bello y estimado de todos los árboles de su jardín. Este bambú crecía y se hacía cada vez más hermoso. El sabía que su Señor lo amaba y que él era su alegría.
Un día, su dueño pensativo, se aproximó a su amado bambú y, con sentimiento de profunda veneración el bambú inclinó su imponente cabeza.
El Señor le dijo: -"Querido bambú, Yo necesito de ti."
El bambú respondió: -"Señor, estoy dispuesto; haz de mí lo que quieras."
El bambú estaba feliz. Parecía haber llegado la gran hora de su vida: su dueño necesitaba de él y él iría a servirle.
Con su voz grave, el Señor le dijo: -"Bambú, sólo podré usarte podándote."
-"¿Podar? ¿Podarme a mí, Señor?...¡Por favor, no hagas eso! Deja mi bella figura. Tú vez cómo todos me admiran."
-"Mi amado bambú," -la voz del Señor se volvió más grave todavía.- "No importa que te admiren o no te admiren... si yo no te podara, no podría usarte."
En el jardín, todo quedó en silencio... el viento contuvo la respiración.
Finalmente el bello bambú se inclinó y susurró: -"Señor, si no me puedes usar sin podar, entonces haz conmigo lo que quieras."
-"Mi querido bambú, también debo cortar tus hojas..."
El sol se escondió detrás de las nubes... unas mariposas volaronasustadas...
El bambú temblando y a media voz dijo: -"Señor, córtalas..."
Dijo el Señor nuevamente: -"Todavía no es suficiente, mi querido bambú, debo además cortarte por el medio y sacarte el corazón. Si no hago esto, no podré usarte."
-"Por favor Señor" -dijo el bambú- "yo no podré vivir más... ¿Cómo podré vivir sin corazón?"
-"Debo sacarte el corazón, de lo contrario no podré usarte."
Hubo un profundo silencio... algunos sollozos y lágrimas cayeron.
Después el bambú se inclinó hasta el suelo y dijo: -"Señor, poda, corta, parte, divide, saca mi corazón... tómame por entero."
El Señor deshojó, el Señor arrancó, el Señor partió, el Señor sacó el corazón.
Después llevó al bambú y lo puso en medio de un árido campo y cerca de una fuente donde brotaba agua fresca. Ahí el Señor acostó cuidadosamente en el suelo a su querido bambú; ató una de las extremidades de su tallo a la fuente y la otra la orientó hacia el campo.
La fuente cantó dando la bienvenida al bambú. Las aguas cristalinas se precipitaron alegres a través del cuerpo despedazado del bambú... corrieron sobre los campos resecos que tanto habían suplicado por ellas. Ahí se sembró trigo, maíz, soya y se cultivó una huerta. Los días pasaron y los sembradíos brotaron, crecieron y todo se volvió verde... y vino el tiempo de cosecha.
Autor desconocido

lunes, 12 de junio de 2006

Este sexo, el femenino

Liliana se despertó a las seis, preparó a los chicos, los llevó a la escuela y volvió a casa con tiempo para darle un beso burocrático a Arturo, su marido, y de cambiar cheques, cosas habituales y reclamos.
Hizo una rápida compra en el supermercado, peleó con la mucama que le había manchado el vestido de seda, salió apurada, como siempre; le pusieron una multa por estar conduciendo con el celular en la oreja y una advertencia por estacionar en lugar prohibido, mientras iba, un minuto a sacar dinero del cajero automático.
En el camino al trabajo, golpeaba ansiosamente el volante, en un congestionamiento monstruo, y pensaba cuándo podría pintarse la uñas y hacerse la tintura en el pelo antes de transformarse en una mujer canosa.
Llegando al escritorio, casi fue atropellada por una mina escultural que, era la nueva contratada por la empresa para el cargo que ella, Liliana, hizo de todo para conseguir, pero que, a pesar del currículum excelente y de sus años de experiencia y dedicación, no pudo lograr. Pensó si un buen lomo daba puntos, pero al rato se olvidó de la mina porque en medio de una reunión llamaron del colegio de Clarita, su hija menor, diciendo que ella estaba con dolor de oído y fiebre.
Intentó, en vano, encontrar a su marido y, como no pudo, resolvió ir ella misma al colegio, después de encontrase con un nuevo cliente, que mostró ser un neurótico, aburrido, desconfiado con quien tendría que lidiar los próximos meses.
Salió ansiosa y encontró su auto con una goma pinchada. Pensó en todo lo que todavía tenía por hacer antes de cerrar los ojos y soñar como un mundo mejor.
Dejó el auto, tomó un taxi y fue por las criaturas. Cuando llegó a casa, descubrió que se había dejado el malditoportafolio con todo lo que necesitaba leer para el día siguiente. Lamó al celular de su marido con la esperanza de que él pudiese ir a buscar los papeles a la empresa, pero la mierda seguía fuera del área.
Consiguió, después de varias llamadas, que un motoquero le trajese los malditos documentos.Tomó un baño de mierda, le dió de comer a los chicos, hizo los deberes de porquería con los dispersos, y acostó a los monstruos. Arturo llegó cruzadísimo de una reunión, reclamando de todo. Comieron en silencio.
En la cama ella leyó la mitad de los documentos y comenzó a cabecear de sueño. Arturo se despertó con una erección y queriendo juguetear. Como esos momentos eran cada vez más escasos en su matrimonio, elladecidió hacer un último esfuerzo y transar. Hicieron algo medio rápido, medio más o menos, y, cuando estaba casi durmiéndose de nuevo, sintió una palmadita en su traste con el siguiente comentario: - Estás teniendo un culito blando, Lili... deja la haraganería y empieza a cuidarte...
Liliana miró una pantalla de metal y se imaginó golpeando la cabeza de Arturo hasta ver sus sesos desparramados por la almohada! Después se vió saltando sobre el tórax de él hasta fracturar todas sus costillas! Con un alicate de uñas arrancandole uno a uno todos sus dientes y después dándole una patada brutal en las bolas, que hacía volar espermatozoides para todos lados!
En seguida usó la técnica que aprendió en un libro de autoayuda: cómo controlar las emociones negativas.Respiró tres veces profundamente, mentalizando el color azul, y reflexionó. No iba a valer la pena, no estábamos en EEUU, no conseguiría una abogada feminista carísima que hiciese su defensa alegando que asesinó a su marido ciega de tensión premenstrual...
Resolvió actuar con sabiduría.Al día siguiente, no llevó a los chicos al colegio, no hizo la compra rápida del super, ni peleó con la mucama.Fue a un gimnasio y se mató dos horas. De allí fue a la peluquería para teñirse de pelirroja y se pintólas uñas de colorado. Llamó al insoportable nuevo cliente y le dijo todo lo que pensaba de él, de su mujer y de su proyecto. Y esperó los resultados de su pésima conducta, haciéndose un masaje estético que jura eliminar, en diez sesiones, la grasa localizada. Mientras se hospedaba en un spa, oyó al marido desesperado tratando de localizarla por el celular y descubrir por qué ella había desaparecido. Pacientemente no atendió. Y, como la venganza es un plato que se come frío, le dejó un mensaje lacónico en la casilla de mensajes-El culo todavía está blando. Volveré cuando se haya endurecido.Un beso de la haragana...
Patricia Travassos

domingo, 11 de junio de 2006

Cuento

Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino. Entonces se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda roca. Algunos de los comerciantes más adinerados del rey y cortesanos vinieron y simplemente le dieron una vuelta. Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la piedra grande del camino.Entonces un campesino vino, llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca puso su carga en el suelo y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse mucho, lo logró. Mientras recogía su carga de vegetales, notó una cartera en el suelo, justo donde había estado la roca. La cartera contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que moviera la piedra del camino. El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron.
Autor desconocido

sábado, 10 de junio de 2006

Los nueve tesoros

Dos amigos marineros viajaban en un buque carguero por todo el mundo, y andaban todo el tiempo juntos. Así que, esperaban la llegada a cada puerto para bajar a tierra, encontrarse con mujeres, beber y divertirse. Un día llegan a una isla perdida en el Pacífico, desembarcan y se van al pueblo para aprovechar las pocas horas que iban a permanecer en tierra.
En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño río lavando ropa. Uno de ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiere conocer y conversar con esa mujer.El amigo, al verla y notar que esa mujer no es nada del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo seguramente iban a encontrar chicas más lindas, más dispuestas y divertidas.
Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres. Cómo se llama, qué es lo que hace, cuantos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla. La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le impiden hablar con un hombre, salvo que este manifieste la intención de casarse con ella, y en ese caso debe hablar primero con su padre, que es el jefe o patriarca del pueblo.
El hombre la mira y le dice: "Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme con vos". El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice: "¿Para qué tanto lío? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para qué tomarse tanto trabajo?". El hombre le responde: "No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano".
Su amigo, más sorprendido aún, siguió insistiendo con argumentos tipo: "¿Vos estás loco?", "¿Qué le viste?", "¿Qué te pasó?", "¿Seguro que no tomaste nada?" y cosas por el estilo. Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, siguió a la mujer hasta el encuentro con el patriarca de la aldea.
El hombre le explica que habían llegado recién a esa isla, y que le venía a manifestar su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que en esa aldea la costumbre era pagar una dote por la mujer que se elegía para casarse.
Le explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las bondades de cada una de ellas, por las más hermosas y más jóvenes se debía pagar 9 tesoros, las había no tan hermosas y jóvenes, pero que eran excelentes cuidando los niños, que costaban 8 tesoros, y así disminuía el valor de la dote al tener menos virtudes.
El marino le explica que entre las mujeres de la tribu había elegido a una que vió lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no ser tan agraciada, le podría costar 1 tesoro. "Está bien" respondió el hombre, "me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve tesoros".
El padre de la mujer, al escucharlo, le dijo: "Ud. no entiende. La mujer que eligió cuesta un tesoro, mis otras hijas, más jóvenes, cuestan nueve tesoros".
"Entiendo muy bien", respondió nuevamente el hombre, "me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve tesoros".
Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un loco, aceptó y de inmediato comenzaron los preparativos para la boda, que iba a realizarse lo antes posible.
El marinero amigo no lo podía creer. Pensó que el hombre había enloquecido de repente, que se había enfermado, que se había contagiado una rara fiebre tropical. No aceptaba que una amistad de tantos años se iba a terminar en unas pocas horas. Que él partiría y su mejor amigo se quedaría en una perdida islita de Pacífico.Finalmente, la ceremonia se realizó, el hombre se casó con la mujer nativa, su amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente, partió en el barco, dejando en esa isla a su amigo de toda la vida.
El tiempo pasó, el marinero siguió recorriendo mares y puertos a bordo de los barcos cargueros más diversos y siempre recordaba a su amigo y se preguntaba: ¿qué estaría haciendo?, ¿cómo sería su vida?, ¿viviría aún?.
Un día, el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde años atrás se había despedido de su amigo. Estaba ansioso por saber de él, por verlo, abrazarlo, conversar y saber de su vida.
Así es que, en cuanto el barco amarró, saltó al muelle y comenzó a caminar apurado hacia el pueblo.
¿Donde estaría su amigo?, ¿Seguiría en la isla?, ¿Se habría acostumbrado a esa vida o tal vez se habría ido en otro barco?.
De camino al pueblo, se cruzó con un grupo de gente que venía caminando por la playa, en un espectáculo magnífico. Entre todos, llevaban en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima. Todos cantaban hermosas canciones y obsequiaban flores a la mujer y esta los retribuía con pétalos y guirnaldas. El marinero se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se perdió de su vista. Luego, retomó su senda en busca de su amigo. Al poco tiempo, lo encontró. Se saludaron y abrazaron como lo hacen dos buenos amigos que no se ven durante mucho tiempo. El marinero no paraba de preguntar:
¿Y cómo te fue?, ¿Te acostumbraste a vivir aquí?, ¿Te gusta esta vida?, ¿No quieres volver?.
Finalmente se anima a preguntarle: ¿Y como está tu esposa? Al escuchar esa pregunta, su amigo le respondió: "Muy bien, espléndida. Es más, creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que festejaba su cumpleaños".El marinero, al escuchar esto y recordando a la mujer insulsa que años atrás encontraron lavando ropa, pregunto: "Entonces, ¿te separaste?, No es misma mujer que yo conocí, ¿no es cierto?. "Si" dijo su amigo, "es la misma mujer que encontramos lavando ropa hace años atrás".
"Pero, es muchísimo más hermosa, femenina y agradable, ¿cómo puede ser?", preguntó el marinero.
"Muy sencillo" respondió su amigo. "Me pidieron de dote un tesoro por ella, y ella creía que valía un tesoro. Pero yo pagué por ella nueve tesoros, ¡Todo lo que tenía!, ¡Si me hubieran pedido mas tesoros, habría ido en su busca para luego regresar por ella!, la traté y consideré siempre como una mujer por la que entregué toda mi riqueza. La amé con todo mi corazón y ella se transformó en una mujer de diez tesoros".
Autor desconocido

jueves, 8 de junio de 2006

Star Trek. The new generations

Durante una de las misiones de la nave Entreprise, encontramos flotando en el espacio una capsula del siglo XXI con varios humanos criogenizados en su interior . Despues de transportarla a la nave despertamos a sus tripulantes que habían estado congelados mas de 300 años. Despues de un rutinario control medico les permitimos que se movieran libremente por el interior de la nave. Los humanos del siglo XXI miraban asombrados la maravillosa tecnología del siglo XXIV y se felicitaban por haber despertado. Al poco rato pidieron que les llevasemos a la Tierra para hacerse cargo de sus propiedades. Uno de ellos ´parecía muy satisfecho pensando en la enorme cantidad de dinero que debía haberse acumulado en su cuenta de ahorro despues de 3 siglos de intereses bancarios.Al escuchar eso nos miramos con extrañeza, por fin uno de nosotros le dijo:--Eso va a ser imposible, en la Tierra ya no hay bancos, tampoco existe el dinero. Hace mucho tiempo que no acumulamos cosas, ya no competimos entre nosotros, no hay consumismo, todos tenemos todo lo que necesitamos, nadie sufre necesidad y nadie desea poseer mas que lo que necesita porque todos compartimos lo que tenemos.Otro de los humanos del Siglo XXI nos comentaba que volvería a su trabajo de abogado con el que había llegado a enriquecerse.De nuevo nos miramos extrañados.........--¿....abogado? Pero en la Tierra ya no hay abogados, desaparecieron a finales del siglo XXI, ya no tenemos rencillas porque sentimos una enorme estima los unos por los otros. No existen los delitos porque todo se comparte, nunca hay problemas.Los humanos del siglo XXI se sentían desgraciados.--Al menos podré regresar a mi enorme mansion a las afueras de Los Angeles?? ¿podré dar fiestas y podré invitar a toda la jet-set de la ciudad?Y otra vez nos miramos extrañados, sin poder creer lo que oíamos.--Pero en la Tierra ya no hay desigualdades sociales, ya no hay ricos y pobres. Ya no hay mansiones que hacen palidecer a infraviviendas. En la Tierra ya no hay envidias ni falsas apariencias. No hay muros que nos impidan llegar a la fruta madura de los arboles, ya no hay ciudadanos de primera y segunda clase.Los humanos del siglo XXI comenzaban a arrepentirse de haberse despertado, todavía creían dormir en su frío sueño y que todo eso no era mas que una pesadilla.--No se preocupen --les dijimos-- mañana llegaremos a la Tierra con nuestra velocidad del hiper espacio, allí serán felices. La Tierra es un paraiso desde que la gente siente de corazón que toda la humanidad puede amarse y no odiarse, desde que descubrimos que no debemos obtener beneficios los unos de los otros, desde que descubrimos que formamos una hermandad.
Autor desconocido

El vendedor de globos

Una vez había una gran fiesta en un pueblo. Toda la gentehabía dejado sus trabajos y ocupaciones de cada día para reunirse enla plaza principal, en donde estaban los juegos y los puestitos deventa de cuanta cosa linda una pudiera imaginarse.Los niños eran quienes gozaban con aquellos festejospopulares. Había venido de lejos todo un circo, con payasos yequilibristas, con animales amaestrados y domadores que les hacíanhacer pruebas y cabriolas. También se habían acercado hasta elpueblo toda clasede vendedores, que ofrecían golosinas, alimentos yjuguetes para que los chicos gastaran allí los pesos que sus padreso padrinosles habían regalado con objeto de sus cumpleaños, opagándoles trabajitos extras.Entre todas estas personas había un vendedor de globos. Los tenía detodos los colores y formas. Había algunos que se distinguían por sutamaño. Otros eran bonitos porque imitaban a algún animal conocido,o extraño.Grandes, chicos, vistosos o raros, todos los globos eranoriginales y ninguno se parecía al otro. Sin embargo, eran pocas laspersonas que se acercaban a mirarlos, y menos aún los que pedíanpara compraralgunos.Pero se trataba de un gran vendedor. Por eso, en un momento en quetoda la gente estaba ocupada en curiosear y detenerse, hizo algoextraño. Tomó uno de sus mejores globos y lo soltó. Como estaballeno de airemuy liviano, el globo comenzó a elevarse rápidamente y pronto estuvopor encimade todo lo que había en la plaza. El cielo estabaclarito, y el solradiante dela mañana iluminaba aquel globo que trepaba y trepaba, rumbo haciael cielo,empujado lentamente hacia el oeste por el viento quieto de aquellahora. Elprimer niño gritó:-¡Mira mamá un globo!Inmediatamente fueron varios más que lo vieron y lo señalaron a suschicos o a sus más cercanos. Para entonces, el vendedor ya habíasoltado un nuevo globo de otro color y tamaño mucho más grande. Estohizo que prácticamente todo el mundo dejara de mirar lo que estabahaciendo, y se pusiera a contemplar aquel sencillo y magníficoespectáculo de ver como un globo perseguía al otro en su subida alcielo.Para completar la cosa, el vendedor soltó dos globos con los mejorescolores que tenía, pero atados juntos. Con esto consiguió que untropilla de niños pequeños lo rodeara, y pidiera a gritos que supapá o su mamále comprara un globo como aquellos que estaban subiendo y subiendo.Al gastargratuitamente algunos de sus mejores globos,consiguió que la gente le valorara todos los que aún le quedaban, yque eran muchos. Porque realmente tenía globos de todas formas,tamaños y colores. En poco tiempo ya eran muchísimos los niños quese paseabancon ellos, y hasta había alguno que imitando lo que viera, habíadejado que elsuyo trepara en libertad por el aire.Había allí cerca un niño negro, que con dos lagrimones en los ojos,miraba con tristeza todo aquello. Parecía como si un honda angustiase hubiera apoderado de él. El vendedor, que era un buen hombre, sedio cuenta de ello y llamándole le ofreció un globo. El pequeñomovió la cabezanegativamente, y se rehusó a tomarlo.-Te lo regalo, pequeño-le dijo el hombre con cariño, insistiéndolepara que lo tomara.Pero el niño negro, de pelo corto y ensortijado, con dos grandesojos tristes,hizo nuevamente un ademán negativo rehusando aceptar lo que se leestabaofreciendo. Extrañado el buen hombre le preguntó al pequeño que eraentonces loque lo entristecía. Y el negrito lecontestó, en forma de pregunta:-Señor, si usted suelta ese globo negro que tiene ahí ¿Será que subetan alto como los otros globos de colores?Entonces el vendedor entendió. Tomó un hermoso globo negro, quenadie habíacomprado, y desatándolo se lo entregó al pequeño, mientras le decía:-Hace vosmismo la prueba. Soltalo y verás como también tu globo sube igualque todos losdemás.Con ansiedad y esperanza, el negrito soltó lo que había recibido, ysu alegría fue inmensa al ver que también el suyo trepaba velozmentelo mismo que habían hecho los demás globos. Se puso a bailar, apalmotear, a reírse de puro contento y felicidad.Entonces el vendedor, mirándolo a los ojos y acariciando su cabecitaenrulada, le dijo con cariño:-Mira pequeño, lo que hace subir a los globos no es la forma ni elcolor, sino lo que tiene adentro.
Autor desconocido