miércoles, 14 de junio de 2006

El bebé y el vagabundo

Eramos la unica familia con ninos en el restaurante. Sente a Ericken una silla alta y observe que todos comian y platicabansosegadamente.
Subitamente, Erick regocijado, grito con voz aguda: "Hola, comoestas?" mientras golpeaba con sus manos regordetas la mesa desu silla alta. Sus ojos brillaban de emocion y su boca sonreiamostrando sus dientes. Se movia inquieto y reia gozoso.
Busque la causa de su alegria. Con la vista encontre a un hombreandrajoso que vestia un saco raido, sucio, grasoso y gastado.Sus pantalones le quedaban flojos con la cremallera a media astay los dedos de sus pies salian de lo que alguna vez fueronzapatos. Su camisa estaba sucia y su pelo mugriento y sinpeinar. Sus patillas eran demasiado cortas para llamarlas barba ysu nariz tenian tantas venas que parecia un mapa de carreteras.No podiamos olerlo pues estabamos suficientemente lejos de el,pero indudablemente exhalaba muy mal olor. Con sus manossaludaba a Erick agitandolas mientras decia: "!Hola bebe!" !Holamuchacho! Ya te vi, pilluelo".
Mi esposo y yo intercambiamos miradas, preguntandonos "?Quehacemos?" Erick seguia riendo y saludando al viejo. Todos loscomensales en el restaurante se habian percatado de lo queocurria y alternaban su mirada entre nosotros y el hombre. Esevagabundo estaba creando una situacion muy molesta con miprecioso bebe.
Llego la comida a nuestra mesa y el viejo comenzo a gritar de unextremo al otro de la sala: "?Sabes jugar al escondite, o hacertortillitas?
!Miren, sabe de que estoy hablando!" Nadie consideraba graciosoal viejo.
Obviamente estaba borracho. Mi esposo y yo nos sentiamossumamente abochornados.
Comimos en silencio, mas no asi Erick quien exhibia todo surepertorio al vagabundo, quien le respondia con ingeniososcomentarios. Finalmente, terminamos de comer y nos encaminamosa la salida. Mi esposo fue a pagar la cuenta y me dijo que loesperara en el parqueo.
El viejo estaba sentado justamente frente a la puerta. Ore: "Senor,permiteme salir antes que me hable a mi o a Erick". Al acercarmeal viejo le volvi la espalda tratando de pasar desapercibida y evitarel aire que este individuo respiraba. Al hacerlo, Erick subitamentese inclino hacia el viejo, echandole los brazos. Antes que yopudiera evitarlo Erick se habia zafado de mis brazos y caido en losbrazos del viejo. Repentinamente un viejo y hediondo vagabundo yun bebe muy joven consumaron su amistad.
Erick en un acto de total confianza, amor y sumision reposo sucabecita en el andrajoso hombro del viejo, cuyos ojos seentrecerraron y pude ver lagrimas asomando debajo de suspestanas. Sus avejentadas y callosas manos llenas de mugre,dolor y duro trabajo, acunaron a mi bebe con tanta ternuramientras acariciaba su espalda. Jamas dos seres se han amadotanto y tan profundamente por tan breve tiempo. Yo estabasobrecogida. El viejo mecio y acuno a Erick en sus brazos por uninstante. Luego abriendo los ojos, me miro de frente, y dijo convoz firme y con autoridad: "Cuide a este bebe". Con un nudo en lagarganta logre responder: "lo hare".
Lentamente y con dolor arranco a Erick de su pecho. Al recibir devuelta a mi bebe, el hombre dijo: "Dios la bendiga, senora. Ustedme ha dado mi regalo de Navidad". Solo pude murmurar "gracias".Con Erick en mis brazos corri al carro. Mi esposo no sabia porque yo lloraba y apretaba a Erick contra mi pecho mientras decia:"Dios mio, Dios mio, perdoname". Acababa de ser testigo delamor de Cristo manifestandose a traves de la inocencia de unpequeno nino quien no conocia el pecado, quien no juzgaba; unnino que pudo ver un alma, y una madre que todo lo que vio fue laapariencia externa. Yo era una ciega cargando a un ninoclarividente. Senti que Dios me preguntaba: "?Estas dispuesta acompartir a tu hijo por un momento?" El compartio a Su hijo connosotros por toda la eternidad. El viejo indigente, sin quererlo merecordo que "es necesario ser como ninos para entrar al reino delos cielos".
Autor desconocido

1 comentario:

matilda dijo...

tengo un nudo en la garganta...