sábado, 6 de mayo de 2006

Una leyenda árabe de la creación

En su "Libro del Fantasma" Alejandro Dolina asocia la historia de la arena a una de las leyendas de la creación del pueblo árabe.
Dice él que cuando acababa de construir el mundo, uno de los ángeles advirtió al Todopoderoso que había olvidado colocar arena en la Tierra, grave defecto si consideramos que los seres humanos estarían privados para siempre de caminar junto a los mares, masajeando sus pies cansados y sintiendo el contacto con el suelo.
Además de esto, el fondo de los ríos sería siempre áspero y pedregoso, los arquitectos no podrían usar un material indispensable, las huellas de los enamorados serían invisibles..Dispuesto a remediar el olvido, Dios envió al Arcángel Gabriel con una enorme bolsa para que derramase arena en todos los lugares donde fuera necesario.
Gabriel hizo las playas, el lecho de los ríos, y cuando regresaba al cielo trayendo el material que le había sobrado, el Enemigo - siempre atento, siempre dispuesto a estropear la obra del Todopoderoso - consiguió hacer un agujero en la bolsa , que reventó, derramando todo su contenido. Esto sucedió en el lugar que es hoy Arabia, y casi toda la región se transformó en un inmenso desierto.
Gabriel, desolado, fue a pedir disculpas al Señor por haber dejado que el enemigo se aproximase sin ser visto. Y Dios, en Su infinita sabiduría, decidió recompensar al pueblo árabe por el error involuntario de su mensajero.
Creó para ellos un cielo lleno de estrellas, como no existe en ningún otro lugar del mundo, para que siempre mirasen hacia lo alto.
Creó el turbante, que, bajo el sol del desierto, es mucho más valioso que una corona.
Creó la tienda, permitiendo que las personas se desplazaran de un lugar a otro teniendo siempre nuevos paisajes a su alrededor y sin las tediosas obligaciones de manutención de palacios.
Enseñó al pueblo a forjar el mejor acero para la espada. Creó al camello. Desarrolló la mejor raza de caballos.
Y le dio algo más precioso que estas y todas las otras cosas juntas: la palabra, el verdadero oro de los árabes. Mientras que los otros pueblos modelaban los metales y las piedras, los pueblos de Arabia aprendían a modelar el verbo.
Allí, el poeta pasó a ser sacerdote, juez, médico, jefe de los beduinos, Sus versos poseen poder: `pueden traer alegría, tristeza, nostalgia. Pueden desencadenar la venganza y la guerra, unir a los amantes, reproducir el canto de los pájaros.
Y concluye Alejandro Dolina:
"Los errores de Dios, como los de grandes artistas o de los verdaderos enamorados, desencadenan tantas compensaciones felices que a veces vale la pena desearlos.

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