lunes, 18 de febrero de 2008

Historias sobre la arrogancia III

La arrogancia de la fuerza

La aldea estaba amenazada por una tribu de bárbaros. Los habitantes fueron abandonando sus casas, y huyeron hacia un lugar más seguro.
Al final del año, todos habían partido, excepto un grupo de jesuitas.
El ejército bárbaro entró en la ciudad sin encontrar resistencia e hizo una gran fiesta para celebrar la victoria.
En mitad de la comida, apareció un padre jesuita.
-Habéis entrado aquí y habéis echado fuera la paz.
Os pido por favor que os vayáis sin demora.
-¿Por qué no has huido todavía?, gritó el jefe bárbaro.
-¿No ves que puedo atravesarte con mi espada sin siquiera pestañear?
-El padre respondió con calma:
-¿No ves que yo puedo ser atravesado por una espada sin siquiera pestañear?

Sorprendido por tan gran serenidad ante la muerte,
el jefe bárbaro y su tribu abandonaron el lugar al día siguiente.
Autor desconocido

lunes, 11 de febrero de 2008

Historias sobre la arrogancia II

La arrogancia de la santidad
El monje zen había pasado diez años meditando en su cueva, intentado descubrir el camino de la Verdad. Una tarde, mientras oraba, se le acercó un mono.
El monje intentó concentrarse.
El mono, sin embargo, se le acercó despacito y le quitó la sandalia.
-¡Maldito mono. dijo el monje.
-¿por qué has venido a perturbar mis oraciones?
-Tengo hambre. dijo el mono.
-¡Largo de aquí!¡Estorbas mi comunicación con Dios!
-¿Cómo quieres hablar con Dios, si no eres capaz de comunicarte con los más humildes, como yo? - dijo el mono.

Y el monje, avergonzado, le pidió disculpas.
Autor desconocido

miércoles, 6 de febrero de 2008

Historias sobre la arrogancia I

La arrogancia del poder

Maestro y discípulo conversaban en una esquina, cuando una anciana los abordó:
-¡Apártense de delante de mi escaparate! gritó,
-¡Están estorbando a mis clientes!
El maestro pidió disculpas, y cambió de acera.
Continuaban la conversación, cuando se les acercó un policía.
-Necesitamos que se aparte de esta acera!
dijo el policía.
-El conde va a pasar por aquí dentro de poco.
-Que el conde pase por el otro lado de la calle, respondió el maestro, sin moverse de su sitio.

Después se giró a su discípulo:
-No lo olvides: no seas nunca arrogante
con los humildes, ni humilde con los arrogantes.

Paulo Coelho

miércoles, 30 de enero de 2008

Fábula de la tortuga y el escorpión

Hace algún tiempo, una pequeña tortuga se encontraba retozando en un riachuelo disfrutando de una soleada mañana, sin ninguna preocupación, al poco tiempo escuchó que una voz la llamaba desde una de las orillas del río -Tortuga, tortuguita, ven por favor-, como todos sabemos, las tortugas de río son básicamente animalillos de buen corazón, así que sin dudarlo un segundo la tortuga se acercó confiadamente a la voz que la llamaba.

Al llegar a la orilla del río, la tortuga se llevo un gran susto al advertir que el dueño de la voz que la llamaba era un escorpión negro, como todos sabemos esos animales son extremadamente peligrosos por lo que la tortuga (ingenua al fin y al cabo) le preguntó sin acercarse a la orilla:

-Que quieres de mí, escorpión?- a lo que el otro respondió:

-Pequeña tortuga, tengo una urgencia y debo cruzar hacia el otro lado del río, serías tan amable de ayudarme a cruzar llevándome sobre tu lomo?-

La tortuga solo tardó un instante en pensar que ahí había gato encerrado y rápidamente le contestó:

-No te llevo, por que eres un escorpión y en cuanto me acerque a ti, me vas a picar y me vas a matar-

Al escuchar estas palabras el escorpión rompió a llorar a mares y usando un tono lastimero le dijo a la tortuga:

-En verdad necesito cruzar al otro lado y no tengo tiempo para dar un rodeo, es una pena que no me quieras ayudar solo por que soy un escorpión, yo no tengo la culpa de ser lo que soy-

La pobre tortuga, que era de buen corazón, estuvo a punto de ayudarle al escuchar el llanto del que pedía su ayuda, pero recordó los escorpiones son animales que son capaces de picar a otro y matarlo solo por placer, así que comenzó a alejarse y le dijo al escorpión:

-Lo siento mucho, pero no debo ayudarte, porque me matarías-

El escorpión desesperado le dijo:

-Tortuguita, por favor espera, te propongo lo siguiente; ¿Tu sabes que yo no se nadar verdad?-

-Si- Contestó la tortuga un poco intrigada.

-Y sabes también, que lo único que a mi me interesa es cruzar al otro lado verdad?-

-Si- Dijo una vez mas la tortuga.

-Pues entonces que te parece si solo te acercas a la orilla lo suficiente para que yo pueda llegar a tu lomo mediante un salto, de ese modo estarás segura de que no te puedo picar cuando te me acerques, también estarás segura de que no te puedo picar cuando me estés llevando, por que si te hundes tu, pues yo también me hundiría y moriría junto contigo, además al llegar a la otra orilla me dejas a la distancia justa de un brinco y si desperdicio mis fuerzas en tratar de picarte, pues no voy a llegar a la orilla y me voy a ahogar- Dijo el escorpión y por último agregó -Por favor tortuga, por favor hazme ese gran servicio, sabes que si te pico pierdo yo tanto o más que tu-

La pobre tortuguita no sabia que hacer y repasó mentalmente el plan del escorpión y pensó para sus adentros "Debe estar muy desesperado para pasar al otro lado ya que esta poniendo su vida en mis manos" y sin mas, se decidió. -Esta Bien- Dijo -Súbete, te llevo-.

El escorpión muy agradecido saltó a lomos de la tortuga y ésta inició su recorrido silbando una alegre melodía, sin embargo al llegar a la mitad exacta del río la tortuga sintió el terrible piquete del escorpión en la base de su cuello, atónita al tiempo que sentía como su cuerpo se entumecía y comenzaba a hundirse solo pudo voltear a ver al escorpión y preguntarle -Que paso?- a lo que el escorpión respondió antes de ahogarse -No lo pude evitar, es mi naturaleza...-

Autor desconocido

miércoles, 23 de enero de 2008

Víctimas de su pasión IV

Simon Combes, el pintor de lo salvaje

Combes nació en 1941 en Inglaterra, pero a los cinco años emigró con sus padres a Kenia. Recorrió África con el Ejército británico y cuando se licenció, se dedicó a su pasión: pintar. Era el pintor de referencia de la vida salvaje, no sólo en África. Viajó por Suramérica, la India o Mongolia. Decía que el animal que más miedo le provocaba era el hombre, pero en 2004, cuando paseaba cerca de casa en Kenia, un búfalo cargó contra él corneándolo hasta matarlo.

Autor desconocido

lunes, 14 de enero de 2008

Víctimas de su pasión III

Michio Hoshino, un japonés en Alaska

A los 16 años le impactó un artículo sobre Alaska del National Geographic y desde entonces decidió que los bosques boreales, su naturaleza y su gente serían el centro de su vida. Pasó 19 años viajando y fotografiando las soledades de Alaska. Se convirtió en un fotógrafo de naturaleza mundialmente famoso. En 1996, cuando descansaba en un refugio al sur de Kamchatka, entre los mares de Bering y Ojotsk, un oso pardo lo sacó de su tienda y lo devoró.

Autor desconocido

jueves, 10 de enero de 2008

Víctimas de su pasión II

Timothy Treadwell, ´grizzly man´

Estaba convencido de que tenía un don y que los osos lo aceptaban como uno más. Después de pasar largas temporadas con ellos, había ganado reputación como naturalista. En 2003, él y su novia visitaron el refugio de osos grizzly de Katmai. Llegaron en otoño, cuando los alimentos empiezan a escasear. El piloto que fue a recogerlos semanas después encontró a un macho enorme devorando los restos del naturalista. Su novia había muerto al intentar defenderlo.

Autor desconocido