jueves, 3 de enero de 2008

Víctimas de su pasión I

Steve Irwin, el cazador de cocodrilos

Nacido en Melbourne, Australia, en 1962, comenzó a aficionarse a los animales salvajes en el parque de reptiles de sus padres en Queensland, hoy el Zoo de Australia. Durante una de las demostraciones que realizaba diariamente dando de comer a los cocodrilos marinos llamó la atención a un productor de televisión, que lo invitó a su programa. Desde entonces, la carrera televisiva de Irwin fue meteórica y rodaba documentales con la fauna más peligrosa. El 4 de septiembre, mientras filmaba su nueva serie, Los más mortales del océano, Irwin se acercó a un arrecife cercano a Cairns decidido a grabar a las pacíficas rayas. Cuando estaba sobre una de ellas, ésta le clavó su espina caudal con la mala fortuna de hacerlo en el corazón. Murió a los pocos minutos.

Autor desconocido

martes, 18 de diciembre de 2007

Cuatro individuos

Había una vez cuatro individuos, TODO EL MUNDO, ALGUIEN, NADIE y

CUALQUIERA.

Había un trabajo importante para hacer, TODO EL MUNDO tenía que hacerlo, pero no se preocupaba porque estaba seguro de que ALGUIEN lo haría.

En realidad CUALQUIERA podía haberlo hecho pero finalmente NADIE lo hizo.

Cuando NADIE lo hizo, ALGUIEN se puso nervioso porque TODO EL MUNDO tenía el deber de hacerlo.

Al final de cuentas, TODO EL MUNDO le echó la culpa a ALGUIEN cuando NADIE hizo lo que CUALQUIERA podría haber hecho.

Autor desconocido

lunes, 17 de diciembre de 2007

Mi destino

Y todo parecía estar en silencio...

Los hombres se miraron. Sus ojos centelleantes, no atinaban a algo o a alguien en especial; solamente se movían sin parar, nerviosamente, como si todos estuviesen en el más profundo de los sueños.

Pero todos estaban ya desvelados.

Un temor extraño los embargó; algunos pensaron en escapar, otros, estaban muy acobardados siquiera como para moverse.

Uno de ellos parecía estar en calma, aunque sus manos temblaban sin parar, y sus pies se movían nerviosamente levantando un poco de polvo.

La luna parecía ser enorme; tal vez tenía mayor tamaño que de costumbre, como para alumbrar el lugar y el momento en que todo empezaría.

Escucharon algunos pasos que se acercaban, acompañado de un inconfundible sonido metálico.

El sólo hecho de asociar ése sonido con el destino que vendría, hizo que las rodillas de uno de los hombres se aflojaran; acto seguido, cayó pesadamente al suelo levantando una cortina de polvo.

—Vamos... levántate —dijo su compañero—, mientras lo tomaba del antebrazo y lo ayudaba a reincorporarse.

—No... no... —balbuceó el muchacho mientras trataba de reincorporarse.

—¿Qué sucede... que te sucede? —preguntó el hombre más viejo.

—No... no... quiero estar aquí —dijo susurrando el muchacho.

—Yo tampoco quiero estar aquí —replicó enseguida su compañero—. Tengo miedo... mucho miedo —el viejo suspiró entrecortadamente, hasta parecía que los latidos de su corazón se hubiesen trasladado a sus labios.

—Tengo miedo, tengo mucho miedo —repitió—. No solamente por el hecho de no saber lo que le sucederá a él; sino, que tengo miedo también porque no sé que nos sucederá a nosotros.

—No quiero morir... por favor, no quiero morir —dijo acongojado el más joven—.

—Lo sé... lo sé —respondió su compañero. Lo miró de reojo con cierta impaciencia, y guardó silencio.

Uno de los hombres caminó dos pasos hacia el hombre que se mantenía inmóvil cerca de una enorme roca.

—¿Qué hacemos ahora? —le preguntó—.

El hombre que parecía estar siendo carcomido por un inmenso nerviosismo, lo miró y le dijo—: Ahora... ahora es cuando todas las decisiones que tomamos en nuestra vida, se hacen realidad. Ahora es cuando nos hacemos cargo de nuestras elecciones y nos replanteamos una y otra vez, si hemos tomado la decisión acertada. Ahora, es cuando dejamos todo nuestro tiempo, nuestros sueños, nuestro llanto, nuestro camino, y nuestro corazón por nuestros ideales, y por nuestros valores.

Ahora amigo mío... es cuando te darás cuenta que tus pasos van marcando una señal a cada movimiento, y esos pasos van formando un camino, ése camino va formando una vida, y esa vida un destino. Y ten cuenta, que nada de lo que hagas hoy será olvidado, porque aunque tengas miedo al igual que yo lo tengo, has de caminar siempre con el sentimiento de haber escogido lo mejor a cada momento...

Un búho que estaba sobre una rama, sobrevoló la cabeza de los hombres, escapando del sofocante humo y del sonoro ruido que producían los pasos y el choque de metales.

—¿Acaso no tienes miedo? —le preguntó nuevamente el hombre.

El que hasta ése momento estaba de pie, se acuclilló lentamente, exhaló un poco de aire, y se irguió nuevamente.

—Tengo mucho miedo... mucho —respondió con la voz entrecortada por el inminente desenlace—. Más de lo que puedes imaginar —continuó diciendo—, pero mi miedo no es el miedo de ustedes —miró a cada uno de los hombres girando lentamente—, porque cada uno de ustedes lleva en sí su propio miedo interno, y cada uno de ustedes en éste mismo momento aún estando juntos, uno al lado del otro, siente individualmente su temor. Y aunque juntos, el temor ha abrigado su alma, y aunque separados, el temor acariciará su corazón de la misma manera. Y no crean que mi corazón es ajeno a sus temores, porque aún cuando mis palabras que hoy escuchan pueden hablar del miedo, el temor en sí que habita en éste momento en mi alma, no podrá ser vivido por ninguno de ustedes jamás.

—¡No es necesario que hagas esto... no hoy! —exclamó el hombre más viejo, soltando al muchacho—. Y se acercó caminando lentamente a su amigo; y se acercó caminando, como si estuviese herido de muerte.

—¡No hoy! —susurró una vez más lastimosamente—.

Pronto se dejó ver una muchedumbre que se acercaba amenazadoramente.

Algunos pájaros volaron rápidamente entre los arbustos.

—Los caminos son extraños —dijo el hombre mirando de lejos a la muchedumbre—. Pero cuando más extraños son esos caminos, más posibilidades hay de que el hombre se pierda; y yo les aseguro, que cuando un hombre se pierde en infinitos caminos, no le queda otra alternativa que conocerse a sí mismo para encontrar el camino que lo llevará de regreso a su hogar; y cuando llega a su aposento, él mismo se duerme transformado, porque se da cuenta al fin, que ése mismo día se ha encontrado, y ya no tiene miedo de salir nuevamente a recorrer las infinitas opciones que le entrega el Maestro. Nunca duden de su camino, jamás cieguen sus ojos voluntariamente a los caminos que están andando, no abandonen ésta vida sin recorrer las distintas posibilidades que se les ha entregado; porque no existe nada más cierto en ésta bendita tierra, que un ser que ha encontrado su destino andando, errando y acertando a cada instante, porque no existe nada más verdadero en ésta bendita tierra, que la sabiduría de aquel que se ha transformado conociéndose en las tribulaciones más insoportables que el alma puede llegar a vivir; y ciertamente les digo, que yo ésta noche he encontrado mi camino; ésta es mi decisión, y éste es mi destino.

La masa de hombres estaba a pocos pasos.

El hombre guardó silencio. Todos hicieron silencio.

El sonido de metales cesó y solamente se veía varias columnas de humo, que sobrevolaban las cabezas de todos, y que eran arrastradas rápidamente por el viento.

Un hombre se apartó de la muchedumbre y se acercó lentamente, miró desinteresadamente por unos instantes a los demás, y vociferó: —¡¿Quién de ustedes es El Nazareno?!

—Yo soy el que buscas —respondió el hombre con nerviosismo—.

—¡Llévenselo! —gritó el soldado blandiendo una antorcha—.

Y todo parecía estar en silencio. La luna parecía iluminar más que de costumbre; y ésa noche, un hombre al fin encontraba su destino.

Jesús Alejandro Godoy

lunes, 15 de enero de 2007

Fin

Entonces exclamó el rey Schahriar: “¡Oh Schahrazada! ¡cuán expléndida es esa historia! ¡Oh! ¡qué admirable es” Me has instruido, ¡oh docta y discreta! Y me has hecho ver los acontecimientos que les sucedieron a otros que yo, y considerar atentamente las palabras de los reyes y de los pueblos pasados, y las cosas extraordinarias o maravillosas o sencillamente dignas de reflexión que les ocurrieron. Y he aquí en verdad, que, después de haberte escuchado durante estas mil noches y una noche, salgo con un alma profundamente cambiada y alegre y embebida del gozo de vivir. Así, pues, ¡gloria a quien te ha concedido tantos dones selectos, ¡oh bendita hija de mi visir! Ha perfumado tu boca y ha puesto la elocuencia en tu lengua y la inteligencia detrás de tu frente!

Anónimo

jueves, 11 de enero de 2007

El escorpión y el maestro

Un maestro oriental que vio cómo un escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el bicho le picó.

Por la reacción al dolor, el maestro soltó al animal, que cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro de nuevo intentó sacarlo y otra vez el bicho le volvió a picar.

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:

- Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que usted intenta sacarlo del agua lo picará?

- La naturaleza del escorpión es picar y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar -respondió el maestro.

Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

Autor desconocido

martes, 9 de enero de 2007

Lo esencial

El Principito habla con el zorro al que ha "domesticado", es decir, del que se ha hecho amigo pero ha llegado la hora de marcharse. El zorro le ha prometido que le revelará un secreto antes de que se vaya. Va al jardín a ver las rosas antes de marcharse. Él tiene en su planeta una rosa que es especial para él, esa rosa especial le ha "domesticado el corazón" y ahora sabe lo que se siente... El Principito fue a ver nuevamente a las rosas:

- No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.Y las rosas se sintieron bastante molestas.

- Sois bellas, pero estáis vacías - les dijo.

-No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo una campana de cristal. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con un biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a la que escuché quejarse, o alabarse, o también, algunas veces callarse. Puesto que es mi rosa.

Y se volvió adonde estaba el zorro:

- Adiós -dijo.

- Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

- Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el Principito, a fin de acordarse.

- El tiempo que perdiste por tu rosa es lo que hace a tu rosa tan importante -dijo el zorro.

- El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el Principito, a fin de acordarse.

- Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro. -Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...

- Soy responsable de mi rosa... -repitió el Principito, a fin de acordarse.

Antoine De Saint-Exupéry

lunes, 8 de enero de 2007

Reflejo de vida

Habia una vez un anciano que pasaba los dias sentado junto a un pozo de agua a la entrada del pueblo. Un dia, un joven se acerco y le pregunto:

-Yo nunca he venido por estos lugares. Como son los habitantes de esta ciudad?

El anciano le respondio con otra pregunta:

-Como eran los habitantes de la ciudad de la que vienes?

-Egoistas y malvados, por eso me he sentido contento de haber salido de alli.

-Asi son los habitantes de esta ciudad - le respondio el anciano.

Un poco despues, otro joven se acerco al anciano y le hizo la misma pregunta:

-Voy llegando a este lugar. Como son los habitantes de esta ciudad?

El anciano de nuevo le contesto con la misma pregunta:

-¿Como eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?

-Eran buenos, generosos, hospitalarios y trabajadores. Tenia tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos...

-Tambien los habitantes de esta ciudad son asi - respondio el anciano.

Un hombre que habia llevado sus animales a tomar agua al pozo y que habia escuchado la conversacion, en cuanto el joven se alejo, le dijo al anciano:

-Como puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta hecha por dos personas?

-Mira - le respondio - Cada uno lleva el universo en su corazon. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo hallara aqui. En cambio, aquel que tenia amigos en su ciudad, encontrara tambien aqui amigos leales y fieles. Porque las personas son lo que encuentran en si mismas; encuentran siempre lo que esperan encontrar.

Autor desconocido