Era uno vez un rey, un castillo, una corona y un bobo de la corte. O, como él prefería ser llamado, un consejero real. El rey era muy sabio y no ahorraba esfuerzos para enseñar buenos hábitos a su pueblo. Frecuentemente, él hacía algunas cosas que eran consideradas extrañas e inútiles, pero, en la verdad, todo lo que él hacía era para enseñar el pueblo a ser trabajador y cauteloso. Decía el rey: “Nada de bueno puede venir la una nación, cuyo pueblo reclama y espera que otros resuelvan sus problemas.” Una noche, cuando todos dormían, el rey, auxiliado por su consejero real, colocó, en medio de la carretera, una enorme piedra. Después, fueron esconderse atrás de una valla y esperaron para ver lo que acontecía. El consejero real estaba preocupado, pues finalmente creía que alguien podría tropezar en la enorme piedra y se machucar. Se quedaron esperando. Inmediatamente más, vino un hacendado con un carro, cargada de semillas, que llevaba para moagem en la fábrica. Contrariado, reclamando de la inutilidad de los otros, sin al menos tocar en la piedra, desvió su carro y siguió enfrente. Un poco después, vino un joven soldado por la carretera. Pensaba en el maravilloso coraje que demostraría en la guerra. Él no vio la piedra y se estatelou en el suelo poeirento. Se quedó muy enfurruñado. La ropa se quedó inmunda. Reclamó de la piedra, de quién a dejó en medio de la carretera, y se alejó. En ningún momento él pensó que a podría retirar del medio del camino. Así pasó el día. Todos que allí pasaban, reclamaban y refunfuñaban a causa de la piedra, colocada en el camino. Finalmente, la hija del moleiro por allá pasó. Estaba cansada, por haber trabajado el día todo en el molino. Al ver la piedra, pensó que inmediatamente iría a oscurecer y alguien podría se machucar, tropezando en ella. Empujó y empujó, hasta que consiguió quitarla del lugar.
Para su sorpresa, debajo de la piedra, encontró una caja. Era pesada. En la tapa había los siguientes que digas: “Esta caja pertenece a quién retirar la piedra.” Ella abrió la caja y descubrió que estaba llena de oro. Corrió para casa, feliz. Fue entonces que el consejero entendió porque el rey le había pedido para colocar aquella caja pesada, debajo de la también pesada piedra. El rey, montando en su caballo, en la compañía de su consejero, volvió hacia el castillo, diciendo: “Muchas veces encontramos piedras en el camino, podemos sentarse y reclamar, pero que se retiremos las piedras y que miremos bien de pertinho, podremos encontrar allí un gran tesoro.”
Autor desconocido
Para su sorpresa, debajo de la piedra, encontró una caja. Era pesada. En la tapa había los siguientes que digas: “Esta caja pertenece a quién retirar la piedra.” Ella abrió la caja y descubrió que estaba llena de oro. Corrió para casa, feliz. Fue entonces que el consejero entendió porque el rey le había pedido para colocar aquella caja pesada, debajo de la también pesada piedra. El rey, montando en su caballo, en la compañía de su consejero, volvió hacia el castillo, diciendo: “Muchas veces encontramos piedras en el camino, podemos sentarse y reclamar, pero que se retiremos las piedras y que miremos bien de pertinho, podremos encontrar allí un gran tesoro.”
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