Cuando vamos en pos de los resultados no vamos a obtener casi nada ¿Por qué? Porque el resultado puede ser excelente, logramos el objetivo pero el camino que transitamos para llegar a ese resultado quizás no nos hizo felices, ni siquiera lo disfrutamos ¿y entonces? Sirve? Creo que no...
Solemos analizar la vida de quienes nos rodean por los resultados que obtuvieron:
Pensamos: "Qué suerte, lo logró llegó a ese puesto de trabajo que tanto deseaba..." y quizás esa persona se sacrificó años por ello, dejó de lado afectos, sueños y demás para llegar a ese lugar...
Pensamos: "Quizás es feliz, se divorció y ahora disfruta de la vida, no siente añoranzas, lo ves y parece más joven.." y quizás esa persona añora, sufre o llora en silencio, y se aturde con un mundo diferente para poder sobrellevar el dolor...
Pensamos: "Qué suerte pudo irse del país y ahora es feliz" y quizás esa persona dejó su corazón en el aeropuerto, trató de contenerse y de hacerse fuerte ante sus seres amados y mostrando valentía y desapego subió a ese avión pensando solo en trabajar y regresar nuevamente junto a sus seres queridos...
Pensamos: " Qué suerte, aprobó ese examen" y quizás esa persona pasó horas y horas estudiando, dejó de lado sus momentos de esparcimiento y de diversión...
Y así tantos ejemplos más algunos buenos y otros malos. Miramos resultados y no proyectos, miramos resultados y no trayectorias...
Y qué grave error! El camino está en el proyecto, esa es la vida, no un resultado final justo o injusto.
Nos recordaran por las huellas que dejamos, por los caminos que transitamos y por sobre todo por esos pasos que marcan en otros senderos que invitan a ser recorridos.
Podemos llegar a la meta pero ¿Cómo llegamos? ¿Qué armas utilizamos para llegar? ¿Somos ganadores? ¿Pero a qué precio?
Jorge Bucay dice:
"Privilegiando el resultado puedo con suerte conquistar momentos de gloria. Privilegiando el proyecto y siendo éste el camino, puedo cambiar esos momentos de esplendor por el ser feliz!
El camino marca una dirección. Y una dirección es mucho más que un resultado".
Solemos analizar la vida de quienes nos rodean por los resultados que obtuvieron:
Pensamos: "Qué suerte, lo logró llegó a ese puesto de trabajo que tanto deseaba..." y quizás esa persona se sacrificó años por ello, dejó de lado afectos, sueños y demás para llegar a ese lugar...
Pensamos: "Quizás es feliz, se divorció y ahora disfruta de la vida, no siente añoranzas, lo ves y parece más joven.." y quizás esa persona añora, sufre o llora en silencio, y se aturde con un mundo diferente para poder sobrellevar el dolor...
Pensamos: "Qué suerte pudo irse del país y ahora es feliz" y quizás esa persona dejó su corazón en el aeropuerto, trató de contenerse y de hacerse fuerte ante sus seres amados y mostrando valentía y desapego subió a ese avión pensando solo en trabajar y regresar nuevamente junto a sus seres queridos...
Pensamos: " Qué suerte, aprobó ese examen" y quizás esa persona pasó horas y horas estudiando, dejó de lado sus momentos de esparcimiento y de diversión...
Y así tantos ejemplos más algunos buenos y otros malos. Miramos resultados y no proyectos, miramos resultados y no trayectorias...
Y qué grave error! El camino está en el proyecto, esa es la vida, no un resultado final justo o injusto.
Nos recordaran por las huellas que dejamos, por los caminos que transitamos y por sobre todo por esos pasos que marcan en otros senderos que invitan a ser recorridos.
Podemos llegar a la meta pero ¿Cómo llegamos? ¿Qué armas utilizamos para llegar? ¿Somos ganadores? ¿Pero a qué precio?
Jorge Bucay dice:
"Privilegiando el resultado puedo con suerte conquistar momentos de gloria. Privilegiando el proyecto y siendo éste el camino, puedo cambiar esos momentos de esplendor por el ser feliz!
El camino marca una dirección. Y una dirección es mucho más que un resultado".
No hay comentarios:
Publicar un comentario