Un ratoncillo sin experiencia, que había caído en poder de un gato viejo, imploraba la clemencia de éste entre otras cosas:
- - ¡Perdomadme la vida por esta vez! Yo no puedo hacer daño alguno, puesto que con poca cosa me alimento. Esperad a que engorde, y entonces podré servir de merienda a vuestros hijos.
- - ¡A mí me vienes con esas patrañas! - exclamó Micifuz- ¿No ves que soy ya gato viejo? Por mi parte, yo no te voy a perdonar. Y en cuanto a mis hijos, ya buscarán cuando necesiten.
Y sin más explicaciones, devoró al Ratoncillo.
Esopo
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