...No se trata de una versión mejorada de Caperucita Roja. ¡No! Lo que te quiero contar sucedió cuando recién empezaba mis estudios secundarios.
...Una compañera, de nombre Grettel, se quedó contemplando mis manos y realizando una mueca de desaprobación, me dijo:–¡Qué uñas más sucias tienes!
...Y contra todos los pronósticos posibles, al tiempo que mi cara esbozaba una sonrisa, le contesté en forma sincera:–Muchas gracias. Es lo más hermoso que me han dicho en el día...
Aunque pareciera de locos... ¡esa fue mi natural respuesta! ¿Qué me había obligado a reaccionar tan contento a una frase ofensiva?
Retrocedamos un poco en el tiempo. Durante los últimos años de la escuela, adquirí el mal hábito de comerme las uñas. Me las devoraba sin misericordia. Y un día de tantos, tome la firme decisión de dejar de hacerlo.
Por eso fue que mis oídos escucharon un sonido angelical cuando alguien, por primera vez en mucho tiempo, había advertido que tenía uñas largas. Que estuvieran llenas de tierra y mugre..., bueno... ¡eso era secundario!
Autor desconocido
...Una compañera, de nombre Grettel, se quedó contemplando mis manos y realizando una mueca de desaprobación, me dijo:–¡Qué uñas más sucias tienes!
...Y contra todos los pronósticos posibles, al tiempo que mi cara esbozaba una sonrisa, le contesté en forma sincera:–Muchas gracias. Es lo más hermoso que me han dicho en el día...
Aunque pareciera de locos... ¡esa fue mi natural respuesta! ¿Qué me había obligado a reaccionar tan contento a una frase ofensiva?
Retrocedamos un poco en el tiempo. Durante los últimos años de la escuela, adquirí el mal hábito de comerme las uñas. Me las devoraba sin misericordia. Y un día de tantos, tome la firme decisión de dejar de hacerlo.
Por eso fue que mis oídos escucharon un sonido angelical cuando alguien, por primera vez en mucho tiempo, había advertido que tenía uñas largas. Que estuvieran llenas de tierra y mugre..., bueno... ¡eso era secundario!
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