viernes, 30 de mayo de 2008

¿Dónde encontrar lo que se busca?

A los 21 años, cuando estudiaba medicina en Nueva Delhi, tuve que elegir entre dos tipos de amigos. Los del tipo materialista se levantaban al mediodía y asistían a fiestas en las que se bebía Coca-Cola y se bailaba al compás de los discos de los Beatles.
Los del tipo espiritual se levantaban al amanecer para ir al templo (aproximadamente a la hora en que los materialistas regresaban tambaleándose a sus casas y sufriendo la resaca), comían arroz en un plato y bebían agua o té, normalmente en el mismo tazón.
En ese momento no me parecía extraño que todos los materialistas fuéramos hindúes y que todos los del tipo espiritual fueran occidentales. Los hindúes ansiábamos salir de casa e ir a algún lugar en el que hubiera Coca-Cola y whisky a bajo precio y en abundancia. Los occidentales no dejaban de preguntar dónde se hallaban los santos de India, aquellos que podían levitar y curar leprosos con sólo tocarlos. Yo me uní a los materialistas, de los que había muchos en mi clase. Ninguno de los nacidos en India se consideraba un buscador espiritual. Hoy no elegiría entre dos tipos de personas; todos somos buscadores. Buscar significa ir en pos de algo. La búsqueda de mis condiscípulos hindúes era la más fácil, pues obtener dinero y objetos finos es fácil; por el contrario, los occidentales de tipo espiritual casi nunca encontraban al santo que buscaban. Yo pensaba que esto se debía a lo escasos que son los santos, pero ahora me doy cuenta de que lo que derrotaba su sed de una vida superior era la búsqueda en sí. Las tácticas que obtienen whisky y discos de los Beatles fracasan miserablemente cuando se va en pos de la santidad.
Farid ad-Din Attar

viernes, 23 de mayo de 2008

¿De qué depende la felicidad?

Una mujer se quejaba, en una reunión, de que su marido siempre estaba en casa. Cuando él salía del trabajo de inmediato se trasladaba a su hogar.
Sábados y domingos se hallaba ahí de tiempo completo. Su malestar consistía en nunca poder estar sola. Esta situación se le había convertido en un auténtico fastidio. En cambio, otra de las asistentes a la reunión, se lamentaba que su pareja viajaba demasiado y era muy poco el tiempo que compartían. Una más, se sentía fastidiada porque su madre siempre estaba atenta de ella, la llamaba todos los días y constantemente preguntaba por su salud. Una señora, de mediana edad, se dedicó a quejarse de su trabajo, se le hacía rutinario y, por la cantidad de problemas que tenía a diario que resolver, muy pesado.

Así, el grupo de mujeres que se había reunido para compartir una taza de café, más bien parecía una manifestación de mártires graduadas, cuyo único afán era compartir sus amarguras, o al menos parecía una competencia de quien sufría más. Por supuesto, en su opinión, cada una de ellas se merecía el galardón del primer lugar, pues nadie de las presentes la podía superar.

Yo cambié de óptica y traté de analizar lo positivo que contenía la situación de cada mujer. De la que se quejaba de la presencia de su esposo, su bendición era tener alguien que siempre la acompañaba; de aquélla que se lamentaba de la ausencia de su pareja, su bendición era tener tiempo para dedicarse a otras cosas; quién no soportaba su trabajo, su bendición era tenerlo; y que decir de la bendición de tener una madre que cariñosamente se ocupa de su hija.

Concluí que toda bendición no aceptada se convierte en maldición. Que es usual tropezarse con personas que han hecho de sus vidas un calvario, pues han perdido la dimensión positiva de sus circunstancias, convirtiéndose en inconformes negativos.

Creo que les produce una gran satisfacción recibir la compasión de los demás, de hecho, es un juego psicológico para manipular el reconocimiento.

Obedece a una necesidad inconsciente de recibir caricias. Por supuesto, en un juego mortal, pues perdemos la vida, porque en lugar de crecer en la intimidad y construir una valiosa relación, nos dedicamos a desperdiciar el recurso más valioso, no renovable e irrecuperable, que es el tiempo.

Un factor dinámico para lograr triunfar es la confianza firme en tu poder interno. Fórmate una imagen nítida y definida de lo que deseas ser y de las cosas maravillosas que quieres y te propones lograr. Desecha la idea de que eres una persona de segunda clase. Mírate como una persona valiosa y decidida, capacítate y cultívate con miras a ser más eficiente. Empieza a verte HOY desde la perspectiva de una persona triunfadora que sobrepasa sus propios obstáculos internos.

Miguel Angel Cornejo

viernes, 16 de mayo de 2008

El protagonista bien puedes ser tu

Hace algún tiempo conocí la mujer más hermosa del mundo,
solíamos entrar a chatear a la misma hora,
digo que era la más hermosa porque ella lo decía,
su descripción no era ni más ni menos que la de una reina. Además era la mujer más afortunada del mundo,
vivía rodeada de sirvientes,
y sus comidas eran servidas en bandejas de Oro y Plata,
digo que era la más afortunada porque ella lo decía. Un día encontró el jorobado de sus sueños
el hombre que le serviría para divertirla,
el bufón que tienen todas las reinas,
por supuesto ese bufón jorobado era yo,
digo que era yo porque ella lo decía. No le importaba llenar de mentiras mi monitor,
y a decir verdad a mi tampoco me importaba,
solo me deleitaba con las frases de amor
que le dedicaba a este servidor,
no importaba que sus palabras
fueran poco creíbles, al fin y al cabo
estábamos en un mundo irreal
del que éramos dueños los dos,
y del que son dueños ustedes ahora,
esta mujer decía llamarse
como alguna de ustedes en esta sala. ¡Como es lógico, ese no era su verdadero nombre,
pero al fin y al cabo el mío tampoco
era el que aparecía en esta lista. Ella me había prometido las estrellas
a cambio de tenerme ahí como su bufón,
y yo había aceptado gustoso,
después de todo era la mejor mujer del mundo,
digo que era la mejor mujer del mundo
porque ella lo decía!Así pasaron muchísimos días de encuentros en el chat,
mi amor cada vez crecía más
y el de ella bajaba al mismo ritmo. Entonces un día decidió decirme la verdad.
Su nombre era aún más hermoso que el que utilizaba,
el color de su piel era aún más hermoso que el que decía tener,
y su pobreza era aún más hermosa
que la vajilla de oro y plata que decía tener. Hasta el jorobado bufón
que ella tenía para burlarse de el,
desapareció y apareció este humilde servidor
que de jorobado no tiene nada, de bufón tampoco. Ahora aunque ella siguió siendo la reina
del país de las mentiras,
ya no hay vasallos ni sirvientes ni bufones...
solo un gigante castillo de mentiras
que poco a poco se derrumban,
pero que muchos de nosotros nos encargamos
de volver a poner en su falso sitio. Y esta historia que debería terminar
con perdices y un baile encantado,
en el que ya no soy príncipe,
termina con el comienzo de una historia
que puede ser la tuya.
Seguirás construyendo este castillo junto con los demás,
o quizás quieras ayudarme a construir un nuevo castillo
donde brillen las flores de la verdad,
tal vez adornemos este jardín con palabras bellas,
salidas de la realidad pero nunca de la verdad.
Tal vez nos regalemos estrellas,
tal vez nos regalemos una eterna amistad.
Autor desconocido

domingo, 11 de mayo de 2008

La historia de Kyle...

Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mí clase caminando de regreso a su casa.

Se llamaba Kyle. Iba cargando todos sus libros y pensé: "¿Por que se estará llevando a su casa todos los libros el viernes? ¡Debe ser un "nerd! "

Yo ya tenia planes para todo el fin de semana: fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino.

Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él, cuando lo alcanzaron, le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo.

Ví que sus anteojos volaron y cayeron en el pasto como a tres metros de él.

Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos.

Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus anteojos.

Ví lágrimas en sus ojos. Le acerque a sus manos sus anteojos y le dije,

"¡esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto!".

Me miro y me dijo: "¡Hola, gracias!"

Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud.

Lo ayude con sus libros. Vivía cerca de mi casa.

Le pregunté por que no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada.

Yo nunca había conocido a alguien que fuera a una escuela privada.

Caminamos hasta casa. Lo ayudé con sus libros; parecía un buen chico.

Le pregunté si quería jugar al fútbol el sábado, conmigo y mis amigos, y acepto.

Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras más conocía a Kyle, mejor nos caía, tanto a mí como a mis amigos.

Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Kyle con aquella enorme pila de libros de nuevo.

Me pare y le dije: "Hola, vas a sacar buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días".

Se rió y me dio la mitad para que le ayudara.

Durante los siguientes cuatro años, Kyle y yo nos convertimos en los mejores amigos.

Cuando ya estabamos por terminar la secundaria, Kyle decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo iría a la de Duke.

Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema.

Él estudiaría medicina y yo administración, con una beca de fútbol.

Kyle fue el orador de nuestra generación. Yo lo cargaba todo el tiempo diciendo que era un "nerd".

Llegó el gran día de la Graduación. Él preparó el discurso.

Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Kyle se veía realmente bien.

Era uno de esas personas que realmente se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos y se veía bien con sus anteojos.

¡Tenia mas citas con chicas que yo, y todas lo adoraban! ¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía celoso... Hoy era uno de esos días.

Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que, le di una palmadita en la espalda y le dije:

"Vas a ver que estarás genial, amigo". Me miro con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió.

"Gracias" me dijo.

Limpio su garganta y comenzó su discurso:

"La Graduación es un buen momento para dar gracias a todos aquellos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador... pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles a ustedes, que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir, y a propósito, les voy a contar una historia.

Yo miraba a mi amigo incrédulo, cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos.

Aquel fin de semana él tenía planeado suicidarse.

Hablo de como limpió su armario y por que llevaba todos sus libros con él, para que su mamá no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela.

Me miraba fijamente y me sonreía.

"Afortunadamente fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable".

Yo escuchaba con asombro como este apuesto y popular chico contaba a todos ese momento de debilidad.

Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud.

Recién en ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras.
Autor desconocido